Si realmente el problema que existe es que la Junta quiere la propiedad del Hospital San Carlos y a partir de ahí hacerse cargo de todo lo que conlleva, la pelota está en el tejado del Ministerio de Defensa. Si la Junta está jugando a pedir algo que no se consigue de un día para otro con el fin de que llegue el anuncio oficial de cierre anunciado y culpar a Defensa de la falta de acuerdo, la pelota estará en la azotea de la Junta.
En este caso porque la victoria política pírrica no compensaría el rechazo ciudadano a una sanidad cada vez más colapsada cuando se tuvo la oportunidad de solucionarlo. Y la gente no se inclina ya por un partido o por otro, por una Administración o por otra. Todos y todas están igualmente desprestigiados y desprestigiadas, partidos y administraciones.
Sobre lo primero, el Ministerio de Defensa sólo dijo a los representantes de los trabajadores que se reunieron en Madrid con la subsecretaria que iban a estudiar si era posible traspasar la propiedad.Ni siquiera que iban a empezar el procedimiento administrativo que es largo y complicado.
Sobre lo segundo, la Junta tiene claro, aunque no lo parezca, que se le presenta un serio problema en un plazo de dos o tres años si no consigue el convenio con Defensa.
La primera de las fechas claves es la del 1 de enero de 2014, cuando las especialidades médicas incluidas en el actual convenio se queden sin sitio porque el hospital se ha cerrado. A partir de ahí todo será empeorar, con un colapso cada vez mayor en la sanidad pública que ya no cabe en los dos centros hospitalarios de la Bahía, Cádiz y Puerto Real.
Incidencia en la economía
Pero independientemente de eso, el problema será para San Fernando, a pesar de que se piense, y no sin razón, que hasta ahora la ciudad ha subsistido sin hospital e incluso lo hizo sin especialidades médicas. Que es cierto, pero al contrario que con el hospital, que es algo que la población nunca sintió como suyo, las especialidades sí son suyas y una demanda de muchos años hasta conseguir el miniconvenio actual.
Ese sería el problema sanitario, pero no el único, aunque los otros dos no afecten a la totalidad de la población. Pero grano a grano se hace granero y San Fernando ha perdido ya demasiado de lo poco que tenía.
El principal problema tras el sanitario sería, obviamente, el laboral. Está en juego el futuro de 350 trabajadores laborales o de un número aproximado de familias, lo que afecta a la riqueza de la ciudad como puede afectar el cierre de cualquier empresa.
Sobre la plantilla del hospital de San Carlos se ha dicho que existe un acuerdo del Ministerio de Defensa con los sindicatos. fechado en 1992, sobre la recolocación del personal civil en otras dependencias militares.
Es una obviedad que no se trata de una docena o incluso de 50 personas que se podrían recolocar en diferentes estamentos de Defensa en Cádiz o en Rota, o en el resto de la provincia. Eso ya supondría para San Fernando, no un aumento del paro, pero sí una disminución de las personas que trabajan porque en muchos casos harían parte de su vida, si no se trasladan, en los nuevos destinos. Si además los destinos son fuera de la provincia, más claro.
Despidos en el peor caso
El gran problema es que se trata de recolacar a 350 personas, dedicadas durante toda una vida a un trabajo determinado que ahora tendrían que reciclarse, en muchos y en el mejor de los casos, a otras ocupaciones.
Y lo que se antoja, según los datos que da el Gobierno sobre recortes en toda la Administración pública, es que posiblemente no haya puestos disponibles para tantos y en otros muchos casos, porque muchos trabajadores serían de difícil recolocación por diversas causas.
Eso aboca al Expediente de Regulación de Empleo (ERE) extintivo para parte de esa plantilla, lo que sí aumentaría el paro en San Fernando con todas las repercusiones que ello tendría en los datos económicos globales.
Obviamente, esas repersiones llegarían también a toda la industria proveedora del hospital, lo que no hace sino sumar falta de actividad en esas empresas que como mínimo mermarían su capacidad para mantenerse activas. También, como se decía antes, grano a grano se hace granero.
Pero localizando las consecuencias en toda la zona civil que rodea la población de San Carlos, los daños a la economía que provocaría el cierre del hospital serían inmediatos, con la afectación de los pequeños comercios de una zona que ya ha sufrido un progresivo deterioro del tejido comercial y productivo con la marcha de militares motivada por los cambios en las Fuerzas Armadas.
La otrora próspera zona norte de la ciudad seguiría acumulando cierres de pequeños establecimientos en un chorreo imparable y rápido hasta dejarla totalmente desierta y convertida en zona dormitorio, como otras muchas de San Fernando.
Y eso sólo analizando pasivamente las consecuencias del desmantelamiento de lo que hay en la actualidad. Si el problema se analiza desde el punto de vista de lo que se podría ganar con el hospital al cien por cien, tanto en la instalación de negocios, en el trasiego de transportes públicos, en la actividad de la empresa auxiliar... los resultados de perderlos serían más catastróficos.
Aunque analizando sólo lo que se pierda ahora, ya es suficiente para que alguien tenga que pagar peaje político si finalmente ocurre lo que va camino de ocurrir.