Los alumnos universitarios que acuden a Cádiz en tren con sus bicicletas han tenido este curso escolar un problema, y es que han encontrado verdaderos escollos para poder hacer uso de este tipo de transporte.
Los casos de los que este medio se hace eco denuncian que los jóvenes han tenido que dejar, en la mayoría de las ocasiones, sus bicicletas en el aparcamiento instalado en el exterior de la estación debido a que el cupo por vagón (una bicicleta) ya venía totalmente copado desde Jerez, la primera de las paradas del tren de cercanías en dirección a Cádiz, o desde Cádiz, en dirección a El Puerto.
Uno de los jóvenes que denuncia este atropello asegura que en alguna ocasión incluso ha perdido el tren, puesto que los vigilantes le han obligado a tener que dejar la bicicleta fuera por no haber sitio para la misma, teniendo que esperar al próximo cercanías. En otro de los casos relatados a este medio el joven en cuestión se tuvo que hacer con dos bicicletas, una más antigua, que dejaba cerca de la estación en Cádiz, y la suya propia que ha estado aparcando en el apeadero de Valdelagrana, con el consecuente desvalijo de todos los complementos de las mismas, e incluso la consiguiente desaparición de la más antigua. Otro joven, que ha iniciado curso en la universidad este año, asegura que, “cansado y hastiado de tantas pegas por parte de los vigilantes, opté por coger el autobús”, puesto que tiene la suerte de acudir a fisioterapia, que está en la zona de las inmediaciones del estadio Carranza, donde igualmente para el autobús y el tren.
Indignación y rabia es lo que se puede extraer de las palabras que explican los protagonistas de estos tres casos, que son más, según indican algunos de estos afectados, pues conocen otros ejemplos de amigos que también han tenido que desechar la opción de tomar el tren.
Renfe, además de ni siquiera contestar a las denuncias que se han emitido a través de la página web o a la información solicitada por este medio para estos casos concretos de quejas y denuncias, no hace nada para facilitar, y mucho menos fomentar, que los usuarios del tren viajen con su bicicleta, como sí es una opción en el catamarán, por ejemplo, en que incluso se pueden introducir motos de baja cilindrada.
Ahora estos universitarios, que el flujo de viajeros del tren ha disminuido de manera considerable, sí pueden subir la bicicleta a dicho medio de transporte, pero netienden que es necesario que Renfe se plantee su política, que habilite otro tipo de trenes, especiales, porque “somos muchos los jóvenes que podríamos movernos por Cádiz o por el campus sin que nos cueste ni un euro, y en cambio por el capricho de la compañía tenemos que acomodarnos a esto, que es una injusticia”, declara uno de los afectados. Confían por tanto en que el próximo curso haya una solución viable, y no tener que dejar la bicicleta aparcada en alguna estación, porque poco a poco la pierden por los robos.