De 473 metros cuadrados en 2009, hasta los 2.116 metros en 2017. Ésa es la variación exacta de superficie construida correspondiente al actual restaurante Abades Triana, junto al río Guadalquivir y frente a la Torre del Oro, que ha sufrido la parcela en los últimos años, a tenor del expediente catastral oficial de la misma.
Una variación que ratificaría el exceso de metros construidos (más de 800 sólo en su planta baja) por el negocio hostelero cuyo nuevo edificio, según la normativa vigente, no tendría que haber superado la “superficie preexistente” anteriormente. Es decir, los 473 metros de su antecesor, el viejo bar Puerto.
Según los datos que constan en el Registro General de la Gerencia Regional del Catastro de Andalucía, ubicado en Sevilla, y a los que ha tenido acceso Viva Sevilla, la superficie construida en esa parcela (un solar de 2.066 metros) desde el año 1955, correspondiente al antiguo bar Puerto, era de 473 metros cuadrados. Fue así hasta el 14 de enero de 2010. En esa fecha, el catastro refleja un salto hasta los 1.640 metros cuadrados construidos.
El dato se mantendría hasta el 13 de septiembre de 2016, cuando, según el mismo expediente oficial consultado por este periódico, se registra (aunque la modificación pudo ser anterior) un nuevo incremento de superficie edificada, pasando de los 1.640 hasta los 2.116 que constan actualmente como edificados en el Abades Triana: 829 en planta baja y 1.287 en sótano.
Este extracto que consta en el catastro adquiere especial relevancia dentro del contencioso abierto en el juzgado por supuestas irregularidades en la concesión de la licencia al restaurante. No en vano, se trataría del único documento oficial aportado en la causa que acreditaría la superficie construida en esa parcela antes y después de levantarse el nuevo negocio.
Como ya adelantó Viva Sevilla el pasado mes de abril, el juzgado de lo Contencioso Administrativo número 2 de Sevilla decidió admitir a trámite el recurso presentado por un empresario madrileño contra la licencia de apertura concedida en 2003 por la Gerencia de Urbanismo al restaurante Abades Triana.
Según sostiene dicho empresario en base a un informe pericial elaborado a partir de documentos y fotografías oficiales, la edificación del actual local hostelero sobrepasa en mucho la superficie legalmente abarcable según la normativa. Un exceso que, ahora sí, estaría reflejado en un documento oficial: el registro histórico del catastro.
El demandante pretende demostrar que existió un fraude en la concepción del complejo hostelero, el cual, según va a defender en este proceso abierto, como mínimo duplicaría en metros cuadrados la superficie edificable autorizable. Para ello, sostiene que, aun tomando únicamente como referencia los 829 metros construidos de la planta baja (y no contabilizando los 1.287 de almacén), la superficie construida es casi el doble de los 473 metros que tenía edificados el viejo bar Puerto, según consta en los datos del catastro.
Caso reabierto
La admisión a trámite de este contencioso ha reabierto un caso que el Ayuntamiento creía cerrado. En 2010, un juez obligó a Urbanismo (apreció indicios de irregularidades) a revisar de oficio el expediente de concesión de licencia. Desde entonces la Gerencia, denuncia el demandante, ha obviado sus requerimientos y llamadas.
El propio Consejo Consultivo de Andalucía, organismo al que Urbanismo acudió para conocer su dictamen, llegó a recriminar (y enumerar por escrito) a la Gerencia que el proceso que estaba siguiendo venía plagado de defectos formales y técnicos. El Consultivo acabó, sin embargo, avalando la licencia concedida.
¿Por qué? Según reconocieron fuentes de dicho organismo a Viva Sevilla, se dio “por hecho que esos defectos quedaron subsanados”. Y, además, se admitió “como buena” la medición de parte aportada por Abades para pedir la licencia y no se atendió a la que, teóricamente, debió certificar in situ un técnico municipal de Urbanismo.
Un informe que, por ahora, según el demandante, el Ayuntamiento “no ha aportado”. “Es sencillo: porque no existe”, sospechan. Este registro catastral, pues, adquiere una gran trascendencia.