La universidad Hispalense trata de encubrir el fracaso del Centro para la Transferencia de Resultados de Investigación (Centrius) en la isla de la Cartuja mediante su fusión con la Escuela Politécnica a costa del barrio de Los Bermejales y de una zona verde en el antiguo recinto de la Expo y presentando la operación como un ahorro económico.
El 18 de noviembre de 2009, ya en plena crisis económica, el entonces rector, Joaquín Luque, y el secretario general de Universidades del Ministerio de Educación, Marius Rubiralta, pusieron en la Cartuja la primera piedra del Centrius, calificado como el pilar de una de las propuestas sobre las que se asentaba el proyecto de Campus de Excelencia Internacional de la Hispalense: la potenciación de la transferencia de conocimiento entre la Universidad y su entorno empresarial.
En el discurso oficial se presentaba el Centrius como una innovación en la forma de entender el proceso de transferencia tecnológica, que habría de servir de punto de encuentro entre las empresas y los grupos de investigación, tanto de la universidad como de los centros asociados. La idea -se insistía- era que tanto los investigadores propios como los que formen parte de la agregación estratégica compartan los recursos con el fin de crear grupos multidisciplinares para la realización de proyectos I+D+i. El objetivo final era que ninguna idea se quedara sin disfrutar del apoyo y los recursos necesarios y que además se convirtiera (el Centrius) en el germen de nuevas empresas de base tecnológica, con especial atención a los proyectos liderados por jóvenes y mujeres.
Faraónico
Para alimentar tales ambiciosos fines se proyectó un edificio de 25.869 m2, con seis plantas de altura y dos subterráneas para aparcamiento. Todo con un presupuesto de 34,8 millones de euros y un plazo de ejecución de dos años en números redondos: noviembre de 2011.
Mientras en plena crisis la US se embarcaba en un proyecto fastuoso más, no tenía dinero en cambio para construir una nueva sede para los 2.668 alumnos hacinados en la Escuela Politécnica, con la coartada de que no había suelo disponible en el barrio de Los Remedios, donde está ubicada.
El Ayuntamiento acudió en socorro de la Politécnica y en noviembre de 2010 firmó con la Hispalense un convenio mediante el cual le cedía terrenos en Los Bermejales destinados anteriormente a una mezquita, cesión tumbada por los vecinos en el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, para la construcción de una nueva escuela universitaria a cambio del compromiso de la US de levantar en la misma parcela (12.437,32 m2) un centro cívico para el barrio, de características similares a los que entonces se promovían en otras zonas de la ciudad como el de la Ranilla, valorado en unos 3,6 millones de euros.
La cesión demanial del suelo fue ratificada por la Junta de Gobierno del Consistorio en marzo de 2012, durante el mandato de Zoido y por un periodo de 75 años. El presupuesto de la nueva Politécnica iba a ser, según se dijo, de unos 36 millones de euros.
Tras el desgaste provocado por la lucha contra la construcción de la mezquita, decidida por Monteseirín de forma unilateral, el barrio de Los Bermejales, el de mayor población joven de la ciudad, se ilusionó con la idea de acoger a casi 3.000 universitarios, amén de por el centro cívico, y se adquirieron numerosos locales comerciales en la avenida de Finlandia con el fin de dar servicio a y de hacer negocio con la comunidad universitaria. La futura Politécnica quedaría además a un tiro de piedra del campus de Reina Mercedes y de la Universidad Loyola en Palmas Altas y servida por el complejo deportivo del Sadus.
Dinero asegurado
Los recortes económicos, esos que según Susana Díaz nunca llegaron a la educación y la sanidad en Andalucía, fueron durante años la razón invocada para justificar el retraso en la ejecución de la nueva Politécnica en Los Bermejales. Por fin, el 17 de febrero de 2016 y en respuesta a una interpelación del diputado sevillano del PP Jaime Raynaud, el consejero de Economía y Conocimiento de la Junta y exrector, Antonio Ramírez de Arellano, dio garantías presupuestarias para la construcción de la nueva Politécnica.
El consejero dijo en el Parlamento de Andalucía que existían “recursos suficientes para poder acometer a lo largo de unos años, de varios ejercicios”, las obras de la nueva sede. Y lo ratificó: “la Junta ha aportado recursos públicos suficientes para construir a lo largo de varios años el edificio completo”.
Arellano añadió que la idea de la Junta era que la US no tuviera que enajenar nada, “aunque puede hacerlo -aseveró- porque el suelo de la actual Politécnica en Los Remedios está recalificado para viviendas, pero no debería considerarlo como una emergencia. Lo importante es que las obras comiencen; el pago estamos dispuestos a asumirlo en sucesivos ejercicios”.
Así pues, no es acorde con la realidad la idea transmitida desde la Universidad de que el proyecto de la Politécnica en Los Bermejales es inviable, ya que la Junta había consignado en sus Presupuestos al menos 16 millones de euros para que todas las universidades andaluzas pudieran iniciar infraestructuras el año pasado; tenía el suelo cedido por el Ayuntamiento y la licencia de obras; redactado el proyecto arquitectónico y un barrio dispuesto a acoger con los brazos abiertos a sus estudiantes.
Fusión de dos proyectos
No, no era inviable la nueva Politécnica, sino el Centrius, aún a medio hacer (está al 60%) después de siete años de iniciado en la Cartuja y que a este ritmo no se acabaría hasta el año 2023. Así lo reconoce la propia Universidad, con estas palabras: “En este escenario, el proyecto Centrius es inviable y conduce inexorablemente tanto a la inversión realizada como al edificio construido a un proyecto absolutamente fallido”.
En vez de tratar de acelerar la construcción o de abrir el Centrius por fases y no completo si tan importantísimo es para todo aquello que se nos “vendió” en su día de transferencia de conocimientos para crear empresas de base tecnológica que tanto necesitan Sevilla y Andalucía y de fomentar la I+D+i, la Hispalense decide, con la coartada del ahorro de costes, salvar al “soldado” Centrius, por parafrasear el título cinematográfico de Spielberg, adaptándolo en parte para acoger la Politécnica y construyendo un aulario de 4.000 m2 sobre la zona verde colindante, en otra actuación similar a la de la biblioteca sobre los jardines del Prado.
La Hispalense plantea al Ayuntamiento que sólo si le recalifica la zona verde en la Cartuja para la nueva Politécnica pagaría la factura de un centro cívico en Los Bermejales, una condición innecesaria porque tiene cedidos 12.437 m2 de suelo en el barrio y que los vecinos han calificado de chantaje al Consistorio, del que no quieren ser cómplices.
No se trata sólo de convertir el urbanismo en moneda de cambio, ni del centro cívico, sino del serio quebranto económico que esta decisión va a causar a los inversores que compraron locales para dar servicio a los universitarios y que creyeron en la seriedad del Ayuntamiento y de la Hispalense tras el convenio firmado en su día, que ahora la segunda convierte en papel mojado.
Capitalidad verde
Este incumplimiento del convenio con Los Bermejales por parte de la US, con la vista gorda o el visto bueno del gobierno de Espadas, se produce además cuando Sevilla ha presentado su candidatura para ser la Capital Verde de Europa en 2019.
Uno de los cuatro ejes de la candidatura sevillana es el incremento de la vegetación en el casco urbano con iniciativas como la conversión de las azoteas, fachadas y solares vacíos en zonas verdes.
¿Cómo se puede incardinar en esa candidatura justo todo lo contrario, cual es la recalificación de una zona verde para convertirla en aulario de una universidad que tiene a su disposición de forma gratuita 12.437 m2 de terreno en Los Bermejales?
La ciudad que cada año ostenta la Capitalidad Verde de Europa ejerce de modelo de actuación ecológica y comparte sus prácticas con otras urbes. ¿Compartirá Espadas la conversión de una zona verde en cemento universitario como modelo exportable al resto del continente?