Las risas, las carreras y la ilusión inundan la casa de la familia Belloso, en Carmona (Sevilla), habitada ahora por 21 refugiados ucranianos a los que han cedido un impresionante caserón ubicado en pleno centro de la localidad que aspira a ser Patrimonio de la Humanidad.
"Esta casa era de mi abuela y llevaba cerrada doce años. Si ella la viese ahora abarrotada de niños, ¡le encantaría!", relata Ana Pérez Belloso, nada más entrar por la puerta.
Ella es una de las instigadoras de esta iniciativa que partió de su propia madre: "Son diez hermanos los herederos, entre ellos mi madre, y surgió entre todos el acondicionar la casa para traer a refugiados. Estamos muy solidarizados con la situación".
Lograron su objetivo gracias a las redes sociales, con las que pudieron contactar con la Fundación Amadrina, que se hizo cargo del proceso de traslado en un tiempo récord, ya que "se ha hecho en una semana".
La idea surgió en la familia y en diez días se ha acondicionado la casa, que después de doce años cerrada estaba muy deteriorada. "No esperábamos que sería tan pronto, esperábamos un intervalo de dos semanas o tres para poder arreglar la casa pero en tres días ya nos dijeron que venían los primeros 21 refugiados", comenta Ana a EFE, recordando la dificultad que ha supuesto para todos.
Lo han conseguido gracias a la ayuda del pueblo, según asegura la familia Belloso: "Carmona entero se ha volcado, muchas personas particulares y empresas".
Al subir las escaleras hacia las habitaciones, los juguetes son los protagonistas de la estancia, que ha recobrado el pulso y en la que se leen carteles realizados por los niños con leyendas que no hacen más que mostrar gratitud a los carmonenses: 'Estamos juntos por la paz', 'Te amo, españa', 'Vuestra amabilidad en nuestros corazones', son algunas de ellas.
Es entonces cuando Ana, la nieta del antiguo "practicante" Belloso, se emociona al recordar que "ya se ha escolarizado a todos los niños en los colegios e institutos". Y que "a los que están en edades más avanzadas, de universidad, la Universidad de Sevilla se ha comprometido en matricularlos en la rama que fuese necesaria". Una pizca de normalidad dentro del caos que han vivido en los últimos días.
Los pequeños en ese momento estaban desayunando y Lillia, una de las madres, aprovechó para interrumpir y resumir con una frase el sentimiento que tienen todos los que habitan hoy la casa: "estamos en el paraíso, veo como mi hijo puede dormir tranquilo. Es perfecto".
Lillia Mamotenko es una de las que vio como su vida y la de su hijo cambió radicalmente hace una semana, cuando tuvo que cruzar la frontera de Ucrania buscando la paz que en su país ya le es imposible: "Lo hice con muchísimo miedo", ha confesado a EFE.
Mamotenko únicamente portaba una maleta que contenía las cosas más importantes de toda una vida, que ya no sabe si alguna vez volverá a ser igual: "Pienso mucho sobre todo en el futuro de mi hijo, estoy muy asustada"
Con la única compañía de su hijo se subió al autobús en el que viajaban 19 personas que buscaban su mismo objetivo y que la llevaría directamente a Madrid, para posteriormente ser trasladados a Andalucía.
La casa de los refugiados de Carmona, como la conocen los vecinos, es ya una asociación llamada 'La casa de Ucrania', creada con el único objetivo de canalizar toda la ayuda que les estaba llegando para así "hacerlo todo de una forma legalmente más formal y controlada".