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El jardín de Bomarzo

Lo que queda de agosto

El emérito parece que del buen vivir sabe y mucho. Convertido en la serpiente del verano hemos visto los millones que ha manejado hasta el punto de regalar 65

Publicado: 04/09/2020 ·
12:38
· Actualizado: 04/09/2020 · 12:38
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Bomarzo

Bomarzo y sus míticos monstruos de la famosa ruta italiana de Viterbo en versión andaluza

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Todos están invitados a visitar el jardín de Bomarzo. Ningún lugar mejor para saber lo que se cuece en la política andaluza

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"¿Sabes por qué España es un país en eterno conflicto? Porque no tenemos claro si somos un país racional o emocional". Oliver Miquel Insua

Un amigo bloguero dotado de olfato culinario asegura tajante que para él la vida se fundamenta en cuatro conceptos esenciales, los dos últimos rematados con un sonoro bien: viajar, leer, comer y follar. Cuando los juntas todos, dice, alcanzas el nirvana -que viene a ser viajar en pareja y entre comida y coito, leer-. Agosto no ha sido mes para viajes, por lo demás cada cual se habrá apañado en función de apetitos pero lo cierto es que una vez acabado, con estos aires de septiembre y sus luces que alumbran cambios, toca abrir la verja de nuevo de este mustio jardín pre otoñal para analizar lo que nos dejó este mes tan diferente a todos sus predecesores y hacerlo -siempre- con el ánimo activo de arrancar un curso que promete por distinto, de lo cual apasionante porque la vida depara caminos suntuosos a la vuelta de cada esquina y lo desconocido tiene un matiz extra de interés. Hacerlo con la pasión que generan los latidos, con ánimo de a pesar del Covid calzar al hombro cuatro cosas en una mochila y hacer aquel viaje pendiente, donde quizás descubrir un sitio especial de vianda y vino gustoso, con suerte y mientras quedar atrapado en el párrafo maravilloso del libro definitivo -aquel que siempre está por leer-; quién sabe, incluso llegar a trotar suave y a ritmo entre las curvas donde se mece el placer infinito. Y, conste, hay otras muchas maneras de arrancar curso.

El emérito parece que del buen vivir sabe y mucho. Convertido en la serpiente del verano hemos visto los millones que ha manejado hasta el punto de regalar 65 -nada menos-. Comisiones por barriles de petróleo, relaciones con jeques árabes y trasiego de regalos de mansiones y coches. Serpiente muy venenosa para la estabilidad de la corona, puesta en bandeja a los republicanos, aflorando una vez más el doble rasero del español, que es capaz de perdonar lo imperdonable si se trata de alguien suyo. Como el ejercicio de defensa a ultranza de algunos sobre él, que recordando la intervención decisiva que tuvo para la implantación de la democracia y la transición pacífica intentan justificar estos lodos. Parece que aprovecharse de todo lo que la vida nos permita está en el gen español y nuestra doble moral nos lleva a criticar cuando se trata de nuestro enemigo y a relativizar al amigo. En cualquier caso, la corona está muy tocada, contagiada, no se puede dudar que saldrán más noticias que ahondarán una fractura de la que sin duda habrá un antes y un después. Los rebrotes junto al emérito nos han acompañado durante los días de sol y playa, presagiando un otoño muy preocupante, aunque no podemos obviar que los datos que están aumentando son los de positivos, no los de ingresados y fallecidos y lógico es pensar que cuantos más PCR se hagan, más positivos asintomáticos saldrán. Como tampoco dejar de poner en cierta cuarentena estas cifras porque si durante el confinamiento vimos el baile de datos y desinformación ofrecida entre comunidades autónomas y gobierno, ahora hemos de relativizar estos números. La información es poder y quien cuenta con ella la usa en su interés. De hecho, la politización de la pandemia ha estado presente desde el principio del estado de alarma. En todo caso, este virus parece que disfruta con las costumbres nacionales, donde ha encontrado su propio nirvana; una sociedad inmersa en la cultura del ocio, de las relaciones sociales, del desayuno en compañía fuera de casa, del vino o la caña a cualquier hora del día rodeado, de calles copadas de bares a rebosar, de chiringuitos como icono veraniego, abrazos y besos como saludo y despedida -aún con mascarilla, que es el colmo-. Nuestro mundo no es del trabajo a casa como en tantos otros países del norte de Europa o Asia. Este virus ha llegado aquí y se ha hecho español. El muy cabrón.

El negacionismo es el término nuevo acuñado este agosto. Ahora se puede ser, además, negacionista. Es de libre elección, mucho más que lo de ser idiota porque esto a veces viene de cuna. Bien es cierto que la gestión general de la crisis sanitaria y esta esclavitud a la mascarilla cuando asuntos mayores han estado sin resolver -terrazas abarrotadas, vuelta al cole, prostíbulos abiertos de par en par, higiene y uso adecuado de las mascarillas, botellones...- es para negarle la razón al más pintado y más teniendo en cuanta que España, a diferencia de otros y con uno de los confinamientos más duros de Europa, encabeza la lista de contagios. Pero va un abismo entre que no te guste usar mascarilla o dudes de su eficacia en según qué casos y decidir no usarla sin proponer otra solución. El negacionismo es antiguo, paralelo a los amantes de teorías de conspiración y consiste es estar en contra de todo hecho no del todo probado: como cuando el hombre pisó la luna, algunos negaron el hecho asegurando que aquello era Almería. Pues eso.

El marco competencial también ha sido tema de este atípico agosto. Los españoles aún no tienen claro esto de que cada nivel de administración tiene sus competencias. De repente nos hemos enterado que el gobierno central no tiene competencias en sanidad ni educación cuando esto es así desde la Constitución de 1978 donde se consagraron unas autonomías con competencias propias sobre las que el gobierno central no puede tomar decisiones, ni tan siquiera podía con el estado de alarma, a lo sumo coordinar y recomendar, pero nada más. Al igual que los ayuntamientos tienen las suyas y no pueden asumir todo aquello que su comunidad autónoma no hace y le endosa a los municipios porque son los que soportan la cercanía del vecino, como en estos días con la limpieza extraordinaria de los colegios.

En agosto, con un Pedro Sánchez -que está demostrando una habilidad sorprendente para llegar a acuerdos con todo el mundo, de izquierda, centro, independientes o radicales, a sabiendas todos que luego no es especialmente cumplidor- dispuesto a no comerse más marrones que corresponden a las administraciones autonómicas, ha dado de cara a los distintos gobiernos ante la asunción de la responsabilidad en la gestión de los rebrotes y también de la vuelta al cole, lo que ha llevado a la oposición a pedir hasta el mando único. En el texto constitucional queda muy bonito pero la realidad dice que cuestiones como la sanidad o la educación han de estar en manos de un sólo mando, con un sólo criterio fuera de usos y luchas partidistas. Más ahora con un pueblo que cree tener claro cuál ha de ser el papel del gobierno y cuál el de los ayuntamientos y, ahora más que nunca, no entiende las bondades de las administraciones autonómicas ni de las diputaciones provinciales.  

La Junta. Los vicepresidentes Marín y Bendodo se citaron en Sanlúcar a mediados de mes, justo cuando la no celebración de las Carreras de Caballos, para perfilar los cambios que solo unos días más tarde se han conocido en el gobierno andaluz en lo que, en resumen por no aburrir, se entiende un intercambio de competencias equilibrado para justificar ajustes que afectan a Economía y Hacienda, también a Empleo y Agricultura, pero sobre todo a Igualdad; Bendodo sale reforzado, Marín menos porque no logró lo que quería y que aunque justifique la reubicación de Rocío Ruiz al frente de Igualdad como una reestructuración necesaria en base a lo que demanda el ciudadano, en realidad fulmina a una contrincante que ha llegado a postularse como sustituta suya y que es uno de los comodines de Fran Hervía, que tras el cambio lanzó un dardo formato mensaje en redes haciendo alusión al síndrome de Procusto y disparando a Marín: "Aquel que corta la cabeza o los pies de quien sobresale".

En menos ha quedado la reestructuración pensada por el PP con una macroconsejería como Agricultura a cuya cabeza está Carmen Crespo, ex Delegada del Gobierno en Andalucía y a la que el vicepresidente ha llamado a consultas por unas cuentas pendientes, parece ser, de su época al frente de aquello y un asunto en la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir ahora en proceso de investigación relativo a la concesión de una serie de obras -diecisiete-. Las políticas sobre cambio climático pasan de Medio Ambiente a Presidencia porque Moreno Bonilla quiere abanderar la que define como "la revolución verde". Bendodo es el hombre fuerte dentro del gobierno andaluz, cada día lo es más, maneja los hilos del ejecutivo, las relaciones con Cs y el control mediático, por no mencionar el eco social que logra con comparecencias como aquella sobre las cajas secretas de seguridad halladas entre muros.

PSOE. Aunque los calores de agosto parecieron mermar la intensidad del conflicto interno que vive el PSOE-A por la evidente división sobre quién con Susana Díaz y quién enfrente -en esta sección, El reloj que suena en el PSOE-, el partido vive un presente marcado por los posicionamientos: quién está a su lado y quién enfrente. Y eso será el devenir de las próximas semanas. Un ejemplo, Huelva, donde la corriente cercana a Díaz impulsa la captación de militantes con "fines espurios" para desalojar de la ejecutiva provincial al actual presidente de Diputación, Ignacio Caraballo, cuñado de Mario Jiménez. Y para tal desalojo mandan audios por whatsapp. Una cosa... Con todo esto tendremos brotes hermosos, olorosos, memorables.

Y en Cádiz divina provincia, donde empieza y acaba todo, será un año a solo dos de las municipales, por lo tanto el reloj, tic tac tic, suena y la vida pública pasará en plena pandemia a defcon tres y el ruido elevará decibelios. Veremos como el PSOE se posiciona ante la situación pre congresual; cambio de diputado en AXSí del alcalde Miguel Molina a Javier Rodríguez, que puede ser próximo candidato en Barbate y que aspira a mejorar relaciones con un PSOE no necesitado en la casa rosa por el acuerdo con Juan Franco, alcalde de la Línea, reforzado últimamente vía Puerto Real...; se ha ido la de quien suscribe concejala favorita en Sanlúcar, Inma Muñoz, y la vida ya no será la misma sin su enorme sonrisa resonando por los suelos de Palacio; el PP de Cádiz promete también grandes tardes: Mestre, Loaiza, Beardo, Landaluce, Teo y Saldaña -metido ahora a empleador vía asociación con dos socios más- ofrecerán cócteles explosivos; cómo no, las ruinas de los medios de comunicación, unas y otras, serán noticia; el nuevo delegado de Zona Franca, Fran González -PSOE-, va a querer espacio político; Jerez y sus cosas, un hervidero siempre que merecerá capítulos propios como el que en breve situará los sueldos municipales de cada cual con todos sus perejiles; Cádiz sin carnaval por el Covid igual explota... En fin.

Empieza el curso. Viajar, comer, leer y, cómo no, trotar. Habrá que hacer de todo un año más porque lo más maravilloso que tiene la vida es vivirla. Intensamente.

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