Tras más de un año de pandemia y sin bajar la guardia, y sólo unos días durante el 2020 con dificultades para atender a quienes más lo necesitan porque el virus entró en el centro, quienes componen el comedor social El Pan Nuestro continúan con la ingente e incansable labor de ofrecer atención alimentaria a quienes más lo necesitan.
Han sido muchas familias las atendidas a lo largo de este tiempo. Ahora con la nueva desescalada y la llegada del buen tiempo y la vacunación, se hace notar un ligero descenso en el reclamo de atención a familias de la ciudad, pero aún así, son muchos los que a diario acuden a recibir la ayuda del comedor isleño. Es la cara de la dura realidad que detalla a Radio La Isla la presidenta de la entidad, Joaquina Luna.
Durante todo lo vivido con la pandemia y antes de que se haya vuelto a abrir el comedor del centro, los costes se han multiplicado en la entidad que siempre se ha visto abastecida de productos, pero donde las exigencias sanitarias del momento han obligado a un fuerte incremento del gasto en la adquisición de envases de plástico para servir de manera individual las raciones alimentarias, una cuestión que detalla la presidenta de la asociación benéfica.
Después del difícil 2020, año en el que se tuvo que paralizar toda la actividad del país, se comprobó la necesidad de que San Fernando contase con un segundo centro para personas sin techo, además de las instalaciones de San Vicente de Paúl. La propuesta que fue refrendada por el gobierno local se ha quedado prácticamente en la nada. No obstante, de la creación de un centro de baja exigencia, donde no sólo exista una dedicación a dar techo a quienes no lo tienen, sino a aportar apoyo a los más necesitados, son partidarios muchos colectivos, y entre ellos están los responsables del Comedor El Pan Nuestro.
Joaquina Luna, la presidenta de El Pan Nuestro, asegura que hay necesidad de contar con un centro de albergue alternativo a San Vicente, especialmente en invierno. De momento, la asociación espera que la solución que se vislumbra desde el Ayuntamiento con una ampliación de plazas en San Vicente de Paúl, sea la solución, aunque los colectivos de apoyo a personas en dificultades volverán a abogar por el centro de baja exigencia si se comprueba que los resultados no son los esperados.
Ahora llega la temporada estival y como suele ser habitual por las contrataciones temporales, se espera una bajada en el número de usuarios. Pero aún así, el comedor social sigue con su incansable labor, buscando apoyo ciudadanos para atender todas las necesidades, entre ellas la figura de colaboradores.