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Viernes 19/04/2024  

¡Qué cosas!

Cuando todo cambia para sostenernos

Es todo cuestión de volver a sembrar, porque así también se cimenta la incertidumbre cierta de que algún día cosecharemos

Publicado: 06/09/2018 ·
19:40
· Actualizado: 06/09/2018 · 19:48
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  • Ciclos que van y vienen como las olas. -
Autor

Juan Diego Morales Arroyo

Juan Diego Morales Arroyo es periodista y ocupa el cargo de director de contenidos de viva Málaga

¡Qué cosas!

En el blog 'Qué cosas' se hace un análisis de lo que ocurre, lo cotidiano más increíble. El porqué si eso, otro día

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No existen los ciclos. Los inventamos. Son ventanas temporales a las que nos asomamos periódicamente con la intención de llevarnos mejor y de intentar entender los días que pasan. Estamos hechos simplemente para el transcurrir, más que para el discernir, y por eso, las inquietudes buscan el bálsamo falso de las inercias; de las reiteraciones; de lo conocido  (y de lo reconocido), malo o bueno; de ese tópico hecho periodo con el que justificamos las horas, las semanas, los meses.

Porque somos de agarrarnos al clavo ardiendo de los hábitos, a lo consabido, a esas repeticiones necesarias, que nos recuerdan que aquí seguimos, que estamos cómo estamos, que lo que nos destruye, nos hace sin embargo conscientes de la existencia.

Discurre ahora por nuestros sentidos una nueva luminosidad, diferentes sensaciones del sol, de la brisa, del mar, del agua, del fuego, de la tierra..; los ojos se hacen a nuevos puentes y la memoria se recrea en revivir la estación que regresa con sus sombras y sus malos deseos, con sus bondades húmedas y sus tristezas precisas; con unos ojos en los que nos reconocemos, un discurrir diferente que nos hace reconciliarnos, a costa de dar fe de que aquí seguimos, un poco más (y siempre, claro está, un poco menos, aunque eso aturde en una mínima medida).

Es todo cuestión de volver a sembrar, porque así también se cimenta la incertidumbre cierta de que algún día cosecharemos; de que lo que empieza, después prácticamente de que nada haya acabado, es una constatación vil, pero ineludible, de los pies en el suelo y los deseos por el cielo; porque ser de hábitos es ser humano, un elixir de charlatán de feria contra el dolor de lo que no se duda. Y el espíritu, quizás no se goza ni se recrea, pero agradece esta prueba de vida que nos hace sobrellevar el peor de los secuestros.

Por eso, ahora que la luz cambia, que el viento gime distinto, que cambia el aroma de las brisas, que las olas apuntan carencias diferentes y que la Luna empieza a engordar y a aligerar en extremo las mareas, quien no siente como canta Lana del Rey: “Kiss me hard before you go, summertime sadness”. 

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