La ropa manchada de sangre

Es de esas noticias que apenas ocupan espacio en determinados medios y poco más; eso, con la suerte de que al menos todavía se le dé un hueco en el maravilloso mundo editorial informativo de estos tiempos. Hace no muchos días me asaltaba este titular: “Nueve mujeres mueren en una estampida durante un reparto de comida y ropa en Bangladesh”. Por supuesto, lo primero que asalta y entristece es el hecho en sí, el drama silenciado que transmite y que nos parece tan lejano,pero que en realidad es bastante más cercano de lo que se puede pensar a primera vista, como más adelante quedará razonado. Porque lo siguiente, y casi lo primero y principal cómo no, es que son mujeres, es que siempre les toca a ellas, que si hablamos de buscarse la vida y sobre todo, de allegar recursos para las y los demás, es cosa de mujeres y son, claro está, quienes pagan las consecuencias siempre o casi siempre.  Sin embargo, lo que más mal sabor de boca deja es que la estampida se produce cunado recibían comida y, aquí está el dato más dramático, ropa. Sí, ropa. Cojan ustedes y miren todas y cada una de las prendas de vestir que llevan puestas regularmente, de las carísimas prendas que usamos para hacer deportes en este rincón de Occidente, y verán cuántas de ellas están hechas, confeccionadas a golpe de salarios miserables y explotación humana, precisamente en Bangladesh. Son paradojas que en las que ya apenas si reparamos, pero que desde luego, nos dejan nuevamente con las vergüenzas, para quien todavía las tenga claro está. al aire.  Otro titular nos adevertía el otro día que los multiillonarios han multiplciado sus fortunas en tiempso llamados de crisis. Así se cierra el círculo y así, se pasa página sobre el drama. Y de Bangladesh nos acordaremos que se explota a  las mujeres para que hagan por salarios de mierda, en condiciones inhumanas, en naves tóxicas y edificos mal acondicionados, prendas de vestir a las que no pueden acceder, cuando conocemos  que mueren en una estampida en un reparto de rpa, o aplastadas por el colapso del edificio miserable donde trabajan como esclavas, para dejar otro reguero de vítimas inocentes y grandes beneficios a mecenas que donan máquinas sanitarias para combatir el cáncer y limpiar los trajes manchados de sangre.