En plena Semana Europea de Movilidad, sugiero una reflexión sobre la situación de los vehículos de movilidad personal. La eclosión de los conocidos patinetes en las grandes capitales, entre ellas Málaga, ha generado una enorme polvareda dada la “invasión” que según los detractores de estos peculiares medios de locomoción ha generado en la vía pública. Puestos a defender los VPM cabría destacar aspectos como la reducción de emisiones Y la posibilidad de atajar los problemas de contaminación o los beneficios que pueda acarrear para la salud y el ahorro de tiempo en caso de que la alternativa sea caminar. Del lado de los detractores, la principal queja de los viandantes pasa por tener que sortear patinetes tirados en el suelo sin ningún pudor en pleno pavimento, sin el más mínimo decoro por parte del usuario a la hora de estacionarlo.
Ante ese escenario, los Ayuntamientos que han de abordar sin complejos esta nueva coyuntura. Lo han hecho ya en municipios como Marbella, donde se establecen sanciones de hasta 750 euros para quienes incumplan la ordenanza. También capitales andaluzas como Sevilla, cuyo Ayuntamiento ha aprobado hoy en pleno la ordenanza específica que prohibirá con multas más modestas en torno a cuatrocientos euros, el incumplimiento de la norma. De momento en Málaga, más allá del bando con tibias medidas que organiza su funcionamiento, el Ayuntamiento ha de aprobar en el pleno de octubre la ordenanza definitiva. Pero más allá de rasgarse las vestiduras abogando por transporte público, se antoja necesario que se establezcan unas pautas en torno este medio de locomoción alternativo que ha ocasionado no en vano un atropello mortal, hace ya un año en Barcelona. Tampoco sería desdeñable que se unificara en un mismo patrón a nivel estatal esa regulación que atañe en nuestra urbe a unos 1.800 VTM.
Lo cierto es que coincidiendo con el Día Mundial Sin Coches que se celebra el próximo domingo, el sector que engloba a las empresas que alquilan y venden patinetes quieres exhibir músculo y saldrá a la calle en urbes como Madrid, Barcelona o la propia Málaga, con un paseo que concluirá con una concentración a las puertas del consistorio. Tampoco sería baladí que además de la labor sancionadora de las administraciones, los responsables de esos vehículos arrimaran el hombro y endurecieran las condiciones con las que arriendan los patinetes. Y es que no es descabellado pensar que el origen de la controversia está en los propios usuarios a los que, en algunos casos que por desgracia hacen extensiva su actitud a la generalidad, faltan dosis y abundantes de responsabilidad y civismo.
