La valentía

Solemos tildar de valientes a las personas que hacen actos heroicos o a aquellos que dicen cosas que nosotros no nos atreveríamos a decir. A la Virgen de la Estrella sevillana se le llama ‘La Valiente’ por procesionar en momentos difíciles. El Cid fue otro valiente en su devenir de la historia. Y así, encontraríamos muchos ejemplos de personas que fueron capaces de ponerse delante de “miuras” cuando nadie lo esperaba.
Mi hermandad sale hoy, pero el resto del año debo ir a cara descubierta, como hizo José Manuel en su pregón El pregón de Semana Santa de nuestro hermano José Manuel Cristo Álvarez fue valiente, pero no por lo que se está comentando en las barras cofrades estos días, sino por otros muchos motivos.
Valiente porque nos sorprendió al principio cuando hizo que sonara la voz de nuestro querido Sergio Alejo Gallardo, y valiente porque se subió al escenario desnudo de vanidad y orgullo. José Manuel fue un valiente porque se colocó allí, en medio de todos, a decir lo que su corazón siente, y valiente porque decidió que escucháramos dos marchas clásicas de Semana Santa -‘Soleá dame la mano’ y ‘La Madrugá’-, a pesar de que la moda actual del costal discurre por otras partituras. 
Y fue valiente porque terminó su pregón con los acordes de la banda sonora de ‘La Misión’, como queriéndonos decir lo que nos queda por delante, lo que aún tendremos que luchar en nombre de nuestra fe y por lo que debemos dar la cara. Aunque suene a contradicción, tenemos que “dar la cara” tapados con un velillo. Esos velillos estaban representados en el escenario con ese cuadro multicolor de las hermandades portuenses. Velillos, me consta, que guardan cientos de recuerdos, oraciones y sentimientos de los que los portan o portaban cada Semana Santa. En esos capirotes está la esencia de nuestra forma de rememorar la Pasión de Jesús, porque son las telas que esconden los secretos que sólo tú y El de Arriba conocen.
Mi hermandad sale hoy, pero el resto del año debo ir a cara descubierta, como hizo José Manuel en su pregón. Palabras sencillas, mejor o peor rimadas, pero llenas de verdades cofrades como los puñales clavados de las Dolorosas. Cada uno, desde donde nos toque en lo laboral o en lo familiar, debemos ser espejo en el que se reflejen los demás.
Valentía, sí, como la de José Manuel al ponerse delante de su nieto y aguantarse las lágrimas por su padre. Eso es valentía y lo demás son charlas de barra que no nos llevan a ningún sitio.