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Liberales y conservadores llegan empatados a las elecciones en Canadá

Los principales partidos ya se están preparando para la elección general más ajustada de los últimos años y que puede provocar una situación inédita

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  • bandera canadiense.

Los canadienses acuden este lunes a las urnas para elegir su próximo Gobierno, con las encuestas señalando un empate técnico entre el Partido Liberal (PL) del primer ministro en funciones, Justin Trudeau, y el opositor Partido Conservador (PC).

El último promedio de encuestas, dado a conocer hoy por la radiotelevisión pública canadiense CBC, coloca a los liberales de Trudeau con una intención de voto del 31,9 %, mientras que los conservadores cuentan con un 31,8 %.

En tercer lugar se sitúa el socialdemócrata Nuevo Partido Democrático (NPD) cuyo dirigente, Jagmeet Singh, es el primer líder de uno de los principales partidos del país que pertenece a una minoría, la sij.

El Partido Verde tiene una intención de voto del 8 %, mientras que el soberanista Bloque Quebequés (BQ), que sólo presenta candidatos en la provincia de Quebec, se sitúa en el 7,1 %.

Si estas cifras se mantienen mañana cuando se cierren los colegios electorales, ni liberales ni conservadores conseguirán la mayoría absoluta de los 338 diputados de la Cámara Baja del Parlamento canadiense.

Las proyecciones de escaños señalan que los liberales se harán con 138 diputados, 123 los conservadores, 40 el BQ, 34 el NPD, 2 los verdes y uno el Partido Popular, una formación populista de nueva creación fundada por un exministro conservador, Maxime Bernier.

Los principales partidos ya se están preparando para la elección general más ajustada de los últimos años y que puede provocar una situación inédita en el país: un gobierno de coalición entre dos formaciones.

En las últimas horas, el líder del Partido Conservador, Andrew Scheer, ha dejado claro que si su formación consigue más diputados que los liberales, aunque no alcancen la mayoría, Trudeau debería renunciar a formar gobierno.

"El partido que gane más escaños debería formar el Gobierno", declaró Scheer durante un mitín en las cercanías de Toronto.

Las palabras de Scheer han provocado una profunda controversia en el país pocas horas antes de que se abran los primeros colegios electorales en el este del país.

Expertos constitucionalistas han señalado que las palabras de Scheer, que fue presidente de la Cámara Baja del Parlamento entre 2011 y 2015 durante el Gobierno del exprimer ministro conservador Stephen Harper, no sólo son erróneas, sino que dañan el sistema democrático canadiense.

Los expertos han señalado que la única regla en el país es que el primer ministro será aquella persona que consiga el respaldo de la mayoría de diputados, sin importar a qué partido pertenezcan.

El pasado jueves, Scheer llegó a declarar que "el consenso" en Canadá es que "el primer ministro que se somete a una elección y sale con menos escaños que otro partido, dimite".

Pero el director del Centro de Estudios de Instituciones Democráticas de la Universidad de Columbia Británica, Max Cameron, ha señalado que "no existe ese consenso. Se lo ha inventado".

Por su parte, aunque Trudeau se ha negado a considerar un Gobierno liberal en minoría, el NPD se ha mostrado partidario de hacer "todo lo posible" para que Scheer no pueda llegar al poder.

Aunque tanto liberales como conservadores podrían conseguir la mayoría de la Cámara Baja con el apoyo de socialdemócratas o del BQ, es más fácil que Trudeau pueda llegar a un acuerdo con el NPD que Scheer con otro partido.

Lo que es más difícil es contar con el BQ para formar gobierno, no tanto por la posible falta de interés de los soberanistas, sino porque para los partidos federalistas la proposición sería difícil de digerir.

En 2008, con un Gobierno en minoría dirigido por Harper, el entonces primer ministro conservador suspendió las sesiones del Parlamento para evitar que los tres partidos de la oposición (PL, NPD y BQ), presentasen una moción de censura.

Durante la suspensión, los conservadores lanzaron una efectiva campaña crítica con la decisión de los liberales de unir fuerzas con el BQ, hasta el punto de que cuando se reanudaron las sesiones del Parlamento, el Partido Liberal rechazó contar con el apoyo de los soberanistas para derribar al Gobierno.

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