Lo mejor de 2018

Cuando concluye el año y otro nuevo arranca, resulta tentador echar la vista atrás y hacer balance de lo legado en esos cinematográficos 365 días, convertidos ya en quebrado pasado. El cine ultra comercial estadounidense ha seguido copando con tiranía las únicas pantallas de exhibición que permanecen vivas en nuestra ciudad (aunque estén ubicadas en las afueras). Pero aparte de ese aborrecible e indigesto “fast food” fílmico diario, un puñado de grandes películas se han erigido en salvaguarda de ese cine de aspiraciones artísticas que el tiempo no podrá borrar. Cine intemporal, valiente y a contracorriente que ha conseguido hacerse visible y colarse entre el alambre de espino de nuestra cartelera. Sin duda, la mejor película que hemos visto en el 2018 en la capital, procede de una filmografía tan lejana como es la polaca (y para más inri rodada en blanco y negro). La hermosa y poética “Cold War” de Pawel Pawlikowski (maestro de la sugerencia y la ambigüedad) es un fascinante canto de amor a la pareja, incluso más allá de la muerte. El filme, con una fuerte fragancia musical y magníficamente interpretado, está envuelto de una fascinante belleza plástica, una estilizada narrativa, unos diálogos donde cada palabra es la precisa y un apasionante desarrollo dramático en el que cada mirada adquiere significado En febrero se estrenaba aquí la que sería a la postre la gran triunfadora de los Oscar 2018, “La Forma del Agua” del mejicano Guillermo del Toro, lustrosa producción, luminosa y resplandeciente en su ingenuidad y carga de lirismo fantasioso, que funcionó de maravilla como eficaz y conmovedora alegoría, con el que realizar un nuevo giro de tuerca al mito de la bella y la bestia. Una valiosa obra de ese otro cine que aspira a entretener y vender cartuchos de palomitas. En lo referente al cine español lo mejor visto el pasado año se lo debemos a la “Muestra de Cine Español Inédito en Jaén” que organiza Diputación. En marzo pudimos ver al fin entre su programación la admirable fábula (técnicamente irreprochable) de “Handia” (rodada en euskera y que incomprensiblemente no fue elegida para representar a España este año en los Oscar), así como la delicada y reivindicatoria “Verano 1993” de Carla Simón, una oda realista sobre infancias quebradas. Añadir a este dúo la película “El Reino” de Rodrigo Sorogoyen, eficaz radiografía fílmica de la corrupción institucionalizada del, hasta hace pocos meses, partido político que gobernaba nuestro país.