Julio González, que creó una nueva forma de hacer esculturas que suponía algo parecido a dibujar en el espacio, reunió una obra muy personal de la que se puede contemplar una selección de medio centenar de piezas en la nueva exposición temporal del Centro Pompidou de Málaga.
La muestra, con 33 dibujos y 18 esculturas, se nutre de los fondos del Centro Pompidou de París, que para reunir su colección se valió de la condición de la ciudad francesa de gran capital mundial del arte desde finales del XIX y además acogió en su exilio a numerosos artistas extranjeros, muchos españoles, que dejaron después allí su legado.
El vínculo de González con la institución parisina incluso se reforzó tras la muerte en 1942 del artista catalán gracias a su hija Roberta, "que tomó el testigo de su padre para difundir su obra a través de una política muy activa de préstamos y donaciones", ha resaltado este martes Brigitte Leal, directora adjunta del Pompidou de París y comisaria de la exposición.
En la biografía de González es inevitable referirse a su relación con Picasso, porque ambos, llegados a París a principios del siglo XX, formaron parte de los grupos de artistas españoles en esa ciudad y mantuvieron "una amistad que tuvo altibajos, como siempre con Picasso", ha apuntado Leal.
"González era más bien introvertido e intelectual, y Picasso le dio confianza y no dudó en elegirle para ejecutar y dar vida a los dibujos y proyectos escultóricos que el malagueño dibujaba en sus libretas", según la comisaria.
De padres orfebres, las circunstancias económicas llevaron en 1918 a González a trabajar en una fábrica de Renault, donde adquirió unos conocimientos técnicos de los que se benefició para su escultura metálica.
Es ese "dibujo en el espacio" con el que inventó "una nueva escultura", y el genio de Julio González le permitió "sacar partido de la conjunción entre la escultura cubista y la escultura surrealista", ha resaltado la comisaria.
Pese a que se le conoce fundamentalmente como escultor, fue también un gran dibujante, porque sus dibujos "no se limitan a ser croquis para las esculturas, sino que inventa formas oníricas y metafóricas y un mundo extraordinario".
El recorrido arranca con las primeras obras que creó cuando se instaló en París a principios del siglo pasado, unas esculturas figurativas como unos retratos de su hermana, ha explicado Leal durante una visita a la exposición.
Ya en los años 20, pasa a unas obras más novedosas y radicales en las que incide en la idea del volumen, como en la pieza 'Cabeza en profundidad'.
Una de las más emblemáticas de la muestra es una escultura con un título triple 'El ángel, El insecto, La bailarina' (1935), que está acompañada de algunos de los muchos dibujos preparatorios que la precedieron.
Esta obra, inicialmente titulada 'El insecto', fue rebautizada después por Picasso como 'El ángel', pero conservó el nombre genérico de 'La bailarina', y esa triple identidad alude a la complejidad iconográfica de la pieza.
El presidente del Centro Pompidou de París, Serge Lasvignes, ha resaltado que esta exposición es un nuevo "reencuentro entre Francia y España, entre la creatividad española y un museo francés" que tiene "el deseo de compartir su colección".
Muchos de los autores de las obras de la institución parisina y de la sede de Málaga son artistas, como Julio González, "que no han temido mezclarse", según Lasvignes, que ha añadido que "el mestizaje y compartir culturas es una imagen perfecta de lo que se ha convertido la actividad artística contemporánea".