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Paolo Sorrentino presenta un nuevo y brillante ejercicio de estilo

La jornada de este miércoles ha contado con dos películas que reflejan dos formas completamente diferentes de entender el cine se presentaron ayer en la competición oficial del Festival de Cannes

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  • El plantel de Youth -

Dos películas que reflejan dos formas completamente diferentes de entender el cine se presentaron ayer en la competición oficial del Festival de Cannes.
La primera, Youth, de Paolo Sorrentino, muy en la línea de su gran éxito anterior, La gran belleza, se trata de un brillante ejercicio de estilo, y continúa su particular homenaje al cine del maestro Federico Fellini. Cuenta la historia de unos variopintos personajes que pasan el verano en una lujosa estación balnearia en Suiza. Los personajes centrales son un director de orquesta y compositor retirado, genialmente interpretado por Michael Caine, y un director de cine, un convincente Harvey Keitel, que está preparando con su equipo la que va a ser su última película. Los diálogos y los sueños de los personajes confluyen inevitablemente en el tema de la juventud perdida y la necesidad de aferrarse a la vida, y para ilustrarlo aparece una galería de personajes que parecen salidos de la mente de Fellini: la masajista que baila al ritmo de los videojuego, Miss Universo, un actor en decadencia o la actriz (interpretada por Jane Fonda) que rechaza el papel que le proponen por rodar una telenovela. Grandilocuente y con excelentes ideas, como suele ser habitual en el cine de Sorrentino, se echa en falta una mayor cohesión en el guión y en el planteamiento global de la película.
Si en el caso de Youth, estamos ante una película con un diseño muy evidente, en Mountains May Depart, del director chino Jia Zhang-Ke, nos encontramos con una propuesta aparentemente sencilla, que en tres episodios separados en el tiempo, nos cuenta la vida de una familia china desde el año 1999 hasta un hipotético 2025. La pérdida de las raíces y la nostalgia por los valores olvidados, son el hilo conductor de una historia que fluye y se ve con mucho agrado.

Sicario

Sicario, de Denis Villeneuve deslumbró este martes en su proyección del Festival de Cannes. Se trata de una oscura y densa trama tejida en torno a la “guerra sucia” de la CIA contra los cárteles de la droga. Nos presenta a una agente del FBI, reclutada por la CIA para una misión en contra de uno de los mayores señores de la droga de la frontera entre EE UU y México. Como en todas las películas del director canadiense, y muy especialmente en Prisioneros, nada es lo que parece y tras la compleja trama urdida en torno a la necesidad de la CIA de contar con la complicidad del FBI, para atestiguar y certificar que la legalidad se cumple en la misión, se esconde todo un trasfondo de dilemas morales a los que los personajes se ven sometidos: los límites que las fuerzas del orden pueden o no sobrepasar, hasta dónde se puede justificar la venganza, o si el fin justifica los medios. Son preguntas que el espectador se tiene que plantear continuamente, ante una película que se presenta como cine de acción y que funciona extraordinariamente en ese plano, pero que lo trasciende ampliamente. Las interpretaciones de Emily Blunt como la agente del FBI y muy especialmente la de Benicio del Toro, como un colaborador mexicano de la CIA, son excelentes. Todo ello, la magnífica fotografía y la poderosa utilización de la banda sonora de Johan Johannsson, contribuyen a hacer que el clima de la película sea en todo momento tenso y creíble.

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