Esta semana hemos querido conocer un poco más a Francisco Andreu, secretario general de UGT en Cádiz. Andreu asumió este cargo el pasado mes de enero tras lograr el apoyo del 85 por ciento de los votos en el pasado Congreso Extraordinario. Nadie votó en contra de su candidatura y de su proyecto de renovación. Además, Andreu tomó las riendas del sindicato en un momento muy delicado del mismo, dado que meses antes presentaba tras la dimisión la anterior Comisión Ejecutiva tras la imputación en el marco del 'caso ERE' que investiga la juez sevillana Mercedes Alaya de quien fuera secretario provincial de UGT Cádiz Salvador Mera, que también presentó su dimisión ante UGT-A en esas mismas fechas.
—Tenemos entendido que tiene tres máster en Prevención de Riesgos Laborales pero ¿aquí en Cádiz el desempleo sí que es un riesgo?
—(Risas). Sí es correcto que tengo tres máster que los obtuve a través de la Universidad a Distancia. Y también es cierto que el mayor riesgo para un trabajador hoy en día es quedarse sin empleo. Y aquí en Cádiz vemos cómo las cifras del paro van aumentando día a día.
—Antes de analizar este y otros temas, nos gustaría saber cómo y cuándo se adentró en el mundo del sindicalismo…
—La verdad es que hace ya muchos años que empecé en el comité de empresa de lo que era la cadena de supermercados Supersol, y bueno, poco a poco los compañeros han ido depositando en mí su confianza. Empecé en la Federación de Comercio y Hostelería, primero en la comarca del litoral, en Chiclana, luego con posterioridad, las circunstancias llevaron a que me eligieran secretario general de esa Federación en la provincia, responsabilidad que he ostentado durante varios años. Creo que han sido tres mandatos. Y luego el pasado 30 enero, los compañeros que asistieron al Congreso Extraordinario que celebró la UGT en El Puerto de Santa María, creyeron que era la persona indicada para liderar el sindicato durante los próximos años.
—Usted obtuvo un respaldo de más del 85 por ciento de sus compañeros, pero el momento en el que asume liderar a UGT Cádiz era un poco convulso ¿no?
—Bueno, el momento es convulso para la sociedad en general, para todos. Yo creo que siempre es buen momento para defender los derechos de los trabajadores, más ahora que es cuando, creo, están sufriendo el mayor ataque en la historia de la democracia, pero sí que es cierto que los momentos son difíciles para la sociedad en general, para los trabajadores y para el sindicato. Son momentos complicados, pero también es un momento en el que los compañeros han creído, y yo también lo comparto, que es necesario hacer unión más que nunca y en el que debemos estar unidos en la defensa de los derechos de los trabajadores. No puede ser que derechos que hemos tardado años en conseguir, de un plumazo se tiren a la papelera y menos que se haga sin pelearlos.
—¿En qué situación se encontró al sindicato?
—Hombre, el sindicato, por desgracia o por suerte, y esa es también la riqueza que tiene este sindicato, hay libertad de opiniones. Siempre han existido muchas discrepancias entre los compañeros de la UGT. Hacía mucho tiempo que no había un congreso en el que se hubiera abierto un debate previo y en el que los responsables de cada área nos sentáramos a hablar sobre lo que queremos para los próximos años. Y eso se ha conseguido. Si hay algo bueno es que la UGT ha demostrado que es una organización suficientemente madura como para decir que vamos a unificar esfuerzos y de hecho ahí están los resultados. Creo que fue un 85 por ciento de apoyo y yo ya lo había advertido, yo no quería un 50 o un 60 por ciento. Yo quería un apoyo mayoritario porque para poder trabajar en estos momentos tenía que tener un respaldo de la inmensa mayoría de los compañeros que tienen responsabilidades y de los afiliados. Si uno no cuenta con esa confianza mal vamos y difícilmente podrá defender los derechos de los trabajadores.
—Por otro lado, a pesar de los momentos difíciles que se han pasado, sobre todo por lo ocurrido en torno al caso de los ERE fraudulentos o el ERE en la plantilla, UGT es de los pocos colectivos donde sus dirigentes han presentado la dimisión, algo que en este país no es muy usual…
—Es difícil, es difícil. Hemos pasado momentos complicados. UGT ha tenido que adecuar sus plantillas al igual que han hecho muchas organizaciones. Es cierto que salen noticias, o salían noticias casi a diario, que no nos sitúan en una buena posición pero bueno, también es cierto que la UGT sin tener a nadie condenado por nada, únicamente una persona imputada que se verá si sale o no culpable, es de las pocas organizaciones donde se han presentado dimisiones. Ha dimitido un secretario general provincial por cuestiones que nada tenían que ver con Cádiz, y no estaba condenado solo imputado. También dimitió la Comisión Ejecutiva anterior, al igual que son públicas y notorias las dimisiones que se han dado a nivel regional. Y bueno, si hay algo que no se nos puede achacar es que no hayamos tomado medidas o no hayamos depurado responsabilidades, y hablamos de dimisiones tomadas por los propios interesados.
—Ahora comienza una nueva etapa… ¿qué objetivos se marca de cara los próximos años?
—Creo que es importante poner en valor el trabajo que realiza la organización. Llevamos una época de desgaste en la que parece que la UGT y los sindicatos de clase somos los parásitos de esa sociedad, vamos parece que si no existiésemos sería mejor para la sociedad. Eso es lo que quieren hacer creer a la población porque eso no es cierto. Y es que no tengo dudas de que hay quien trabaja día a día para destruirnos. Eso ha sido así siempre. Hablamos de un sindicato que ha sobrevivido a una dictadura de casi 40 años y está claro que no es fácil destruirlo. Pero es que la clase trabajadora siempre ha tenido la certeza de que para conseguir algo es la unión. Los trabajadores por separado no tenemos fuerza para reivindicar nuestros derechos. Por separado no podríamos haber conseguido lo que hemos logrado en los últimos años como mejorar las condiciones de colectivos muy importantes, gracias en parte a negociaciones en las que los compañeros de UGT dan la cara por todos, afiliados y no afiliados, para mejorar los convenios laborales de estos colectivos que es lo que realmente ha creado en España la clase media. También se han salvado puestos de trabajo con grandes esfuerzos.
—No hay dudas sobre la importancia de los sindicatos a lo largo de la historia, pero hoy en día también la tienen sobre todo porque algunos de los recortes afectan a los trabajadores ¿no?
—Más que nunca. Cuanto mayor sea el ataque que sufren los trabajadores y la sociedad en general, sobre todo en sus derechos, más necesarios son los sindicatos. Somos los que estamos día a día diciendo en la calle que este no es el camino, aunque no nos oiga una parte de la población y que parezca que somos los que estorbamos. Estamos diciendo que este no es el camino, que el camino de los recortes nos está llevando a la autodestrucción. El pasado 3 de abril salieron miles de trabajadores de Cádiz y otras provincias a la calle para reivindicar un cambio de rumbo en la Unión Europea. Y ahora llegan unas elecciones europeas que siempre han parecido que nos queda muy lejos, que no tiene importancia, que no va con nosotros, pero nada más lejos de la realidad puesto que la inmensa mayoría de los recortes vienen mandados desde la Unión Europea. Otra cuestión es que haya gobiernos que hacen esos recortes antes de que se los pidan o incluso hagan más recortes. Ya hemos entrado en una dinámica en la que parece que ya no nos podemos permitir nada. Una época en la que parece que una educación gratuita es un lujo, en la que una sanidad pública, gratuita y de calidad también es un lujo, que se revaloricen las pensiones es un lujo, y no tiene razón de ser, y es que están pagando la crisis precisamente los que no la han generado.
—¿Tiene la sensación que se hay sectores que han aprovechado esta coyuntura económica para atacar al sistema público?
—Claro. Nosotros lo tenemos clarísimo. La imagen que se quiere dar, que no obedece a la crisis y sí ha un cambio ideológico, es una realidad. Se quiere dar la imagen de que lo público está mal gestionado, que lo público es caro y es poco eficaz, y lo privado es todo lo contrario, es decir, es económico, está bien gestionado y es eficaz, es algo que se aleja y mucho de la realidad. Lo podemos ver en la sanidad. La sanidad privada está muy bien pero cuando alguien tiene algo de gravedad quiere estar en la pública. Quizás con la privada la habitación sea más bonita, pero por ejemplo cuando alguien va a dar a luz y surge algún problema, automáticamente lo derivan a la pública. Lo que tenemos que defender es que lo público esté mejor gestionado porque siempre se puede mejorar, pero lo que no podemos hacer es atacar lo público por sistema, privatizar la sanidad, la educación. En la manifestación del tres de abril puse dos ejemplos de privatizaciones que nos está costando, y más ahora, al ciudadano mucho dinero. El tema de las compañías eléctricas y del agua, que en esta sociedad son bienes de primera necesidad. El privatizarla ha supuesto que cuando peor está el bolsillo de los ciudadanos los recibos hayan aumentado una barbaridad, algo que no debería haber ocurrido. Esas empresas tienen como objetivo ganar dinero y tienen en su poder el grifo del agua y la luz… Hay sectores que tienen que ser cuestiones de Estado. No se puede poner ese poder en manos de empresarios cuyo objetivo, legítimo, de obtener dinero.
—Los ciudadanos actualmente tienen una visión negativa de los partidos políticos, ¿qué relación mantiene la UGT con los distintos partidos?
—Los partidos políticos están pasando por horas bajas en cuanto a desprestigio, al igual que todas las instituciones, incluido los sindicatos y las organizaciones empresariales, y es que salen noticias que desgastan la imagen. Las relaciones que mantenemos con los partidos políticos, a pesar de que se diga que somos del PSOE o de IU, siempre han sido las mismas. Es decir, nosotros revindicamos una serie de cuestiones para el bien de los trabajadores y de la sociedad en general, desde un punto de vista ideológico. El que piense que la política no le afecta para nada, está totalmente equivocado. La política, por desgracia o por suerte, nos afecta a todos. Cuando uno va a comprar un paquete de pipas paga un IVA que previamente se ha acordado en función de unas decisiones políticas. Eso es así. Nuestra relación con los partidos se basa en nuestras reivindicaciones laborales y sociales y si éstas están en sus programas políticos. Y si las llevan cuentan con nuestro apoyo, y si llevan cuestiones contrarias a nuestras peticiones, pues nosotros no podremos apoyar nunca a esos partidos.
—Los datos sobre el desempleo en nuestra provincia son sencillamente brutales… ¿qué demanda UGT a las administraciones competentes para luchar contra esta lacra, que es la que más preocupa al gaditano de a pie?
—Nosotros, o por lo menos yo lo que les pido es que se pongan de acuerdo. Hay cuestiones que deberían ser de Estado. No se deben de utilizar en la guerra política. No se puede jugar con la violencia de género. Y el empleo debe ser una cuestión de Estado. Luego ocurre que se dan contradicciones como las que vemos en esta provincia con Las Aletas, los terrenos de Delphi. Por ejemplo, se pretende derribar la factoría, que está equipada para que llegue un empresario y comience a generar empleo, para ahorrar en el IBI del administrador concursal, que está en su derecho, pero no tiene sentido. Y luego la importancia que tiene que haya carga de trabajo para los astilleros, que no es solo para ellos, es para toda la empresa auxiliar. Deben de ponerse de acuerdo todos, hay que buscar empleo porque es crucial para Cádiz. Hay que apostar por más cuestiones, como el turismo para que no sea solo durante seis meses…
—¿Qué ocurre con los extrabajadores de Delphi que aún permanecen en un encierro que dura más de 70 días en el edificio de los sindicatos y que están en tierra de nadie? ¿Hay una solución?
—Mira, no se lo dije el otro día a ellos en mi primera intervención pública el pasado tres de abril cuando pasé realmente un mal rato. Me insultaron, me llamaron de todo. Yo salí elegido el 30 de enero, y desde que se celebró ese Congreso Extraordinario en El Puerto de Santa María, lo primero que hice fue, junto a la secretaria regional, reunirme con ellos en el Salón de Actos del edificio de los sindicatos. A partir de ahí, no hay una sola autoridad con la que yo me haya reunido a la que no le haya planteado el problema de Delphi. Con todos, delegados, consejeros, partidos políticos, en apenas dos meses. Claro, el problema lleva enquistado siete años y yo en dos meses poco puedo hacer porque no tengo una varita mágica, ni yo ni nadie. Es un problema que además su solución no está en nuestras manos. Es una cuestión complicada, pero habrá que buscar una solución, una salida digna, pero no podemos olvidar que hay un 40 por ciento de desempleo, son más de doscientos mil parados. Y la situación ha cambiado mucho desde el año 2007. Ocurre también que cuando un empresario incumple un convenio y culpan al sindicato. Es decir, la Junta firmó un protocolo que no ha cumplido y nos hacen responsable a nosotros. Cuando no es cierto, nosotros somos los únicos aliados que han tenido en estos siete años y creo que si arremeten contra nosotros creo que se equivocan. Y en concreto, en mi caso creo que he hecho más en dos meses que muchos en siete años, pero decirme que soy un mentiroso creo que no conduce a nada y además es falso. Entiendo eso sí, la desesperación y también habría que verse en su situación. Es algo que me preocupa y que he reiterado en varias ocasiones, porque una sociedad que no tiene nada que perder porque lo ha perdido todo, es peligrosa. Y yo no llamo a la rebelión a nadie, pero es peligroso.