Completamente abandonado. Es el diagnóstico que ayer hizo la Asociación de Empresarios del Parque Empresarial ‘Nuevo Jaén’ después de diez años desde que se pusiera en marcha. El presidente de la asociación, Juan Arévalo, denunció el abandono total por parte del Ayuntamiento de Jaén, padre del proyecto que comenzó a fraguarse a finales de los años 90.
En rueda de prensa, recordó que no se recoge la basura, ni siquiera la orgánica, lo que provoca la proliferación de ratas y el peligro de que se generen enfermedades. Además denunció que al no haber vigilancia alguna, el parque empresarial se ha convertido en una escombrera. “No hay mantenimiento. Los jardines están abandonados por completo; no hay limpieza de aceras y calles; los desagües están atrancados, las aceras rotas y las instalaciones básicas destrozadas”, denuncia Arévalo, quien añade a la lista la falta de transporte público para los más de 600 trabajadores y las 2.000 visitas que reciben a diario. Sin embargo, los empresarios, tal y como apuntó el presidente de la CEJ, Manuel Alfonso Torres, pagan el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI).
Tras una década y con un millón de metros cuadrados sólo hay instaladas en el parque emrpesarial ‘Nuevo Jaén’ treinta empresas. La explicación es más que obvia para el empresario Juan Arévalo: “No hay flesibilidad”, lamenta.
En este sentido, la asociación ha mantenido varias reuniones con el alcalde y el equipo de Gobierno del PP y en su día presentó alegaciones al nuevo PGOU para que se modifique la exclusividad de uso industrial. “Si lo han hecho para construir viviendas, ¿por qué no se puede hacer para atraer otro tipo de empresas?”.
Fuga de inversiones
Arévalo recordó que empresas como Decathlon renunciaron en su día a instalarse allí por la rigidez municipal y Valisa o Gestoria Muriana tampoco lo han podido hacer. Por ello insta al alcalde, José Enrique Fernández de Moya, a que adapte el parque a la realidad actual, a las pymes, que es lo que hay en Jaén para que puedan generar riqueza, porque consideran que no son las empresas las que se tienen que adaptar al parque, sino el parque a ellas. Y de este modo, solicitan una vez más, que el uso del suelo no esté limitado al industrial, que las parcelas sean divisibles (algunas tienen 20.000 metros cuadrados) y que el suelo bajo rasante no compute a efectos fiscales, como sucede en otros muchos sitios de la ciudad.
