Las consecuencias del cambio climático y la competencia de terceros países como China son, en la actualidad, los principales lastres con los que carga un sector castañero andaluz en declive, que necesita "un fuerte apoyo" de las distintas administraciones para hacer algo más que subsistir.
El responsable del sector de la castaña de COAG-Andalucía, Francisco Boza, ha explicado a Efe que el cambio climático se evidencia en que los otoños cada vez son más cálidos, con menos nivel de lluvia, y aunque no afecte la calidad del fruto, no es bueno para la arboleda y, por tanto, tampoco para el volumen de la cosecha, que este año ha caído un 70 por ciento.
Frente a esta situación no existe solución, pues el castañar es un cultivo que se desarrolla de forma tradicional y que "no se puede modernizar", es decir, no se pueden poner en marcha mecanismos, por ejemplo, para llevar a cabo un riego automático.
Sobre todo, ha explicado, por la orografía que posee el terreno donde están localizados los castaños -la sierra de Huelva y la de Málaga- que impide la entrada de maquinaria y de otros instrumentos necesarios, por lo que "estamos a expensas de que el medio natural nos ayuda".
A esto hay que sumar, ha señalado Boza, la "invasión" que España y Europa está sufriendo de la castaña china "mucho más pequeñas y con unos precios muchos más bajos que atraen a los clientes".
Frente a esto ha defendido las cualidades organolépticas de las castañas andaluzas cuyo consumo es beneficioso para la salud, y ha apuntado la necesidad de que se desarrolle, por parte de las administraciones, "una política muy fuerte de defensa de los nuestro y de poder diferenciar nuestros productos frente a otros de menor calidad".
Dicho esto, ha precisado que la castaña es un cultivo de pequeñas dimensiones que "sin ayuda de las administraciones pocas cosas podemos hacer, por el momento tratamos de subsistir".