Carlos Aristu asume la Secretaría General de CCOO Sevilla en un momento complicado social y laboralmente tras más de un año de pandemia, ante la que el sindicato ha estado al lado de los trabajadores, planteando ahora retos muy específicos, en especial, adaptar la actividad sindical a los nuevos perfiles laborales.
Llega en un momento muy delicado, marcado por la pandemia, en el que hay que luchar, más que nunca, por el trabajador
–Venimos de un año muy complicado en el que creo que el sindicato dio un paso adelante cuando la gente a la que representamos más lo necesitaba y ahora, que se abre una etapa enormemente complicada y con muchos interrogantes, de incertidumbre, ahí estará CCOO.
1 de Mayo, cita con restricciones, pero ¿cuáles son las reivindicaciones de este año?
–Creemos que este país está en deuda con su gente trabajadora, sobre todo, con los que han desempeñado los servicios esenciales y que, en muchos casos, están ubicados en sectores de empleo enormemente precarizados. A esa gente, a la que hemos aplaudido, a la que le hemos reconocido el valor social de su trabajo, ahora eso tiene que transformarse en un reconocimiento efectivo en mejoras de condiciones de trabajo, recuperar derechos laborales que han perdido, especialmente mujeres y jóvenes.
¿Cómo se va a desarrollar?
–Desde Puerta Jerez al Ayuntamiento vamos a desarrollar una manifestación organizada con todas las garantías, para que la gente trabajadora pueda asistir con sensación de seguridad pero con muchas ganas de reivindicar lo que nos merecemos.
Día Mundial de la Seguridad en el Trabajo, se pierden muchas vidas aún. ¿Qué hace falta para cambiar estas condiciones?
–Todas esas muertes son evitables. Lo que hace falta es que esté en el centro de la agenda política y de la preocupación de las empresas. Cada quince días muere un hombre o una mujer en su puesto de trabajo. Hay que mejorar los sistemas preventivos, invertir en formación y más control para esas empresas que incumplen.
Además hay un escenario de crisis industrial, de grandes empresas. Airbus, Abengoa, Correos… ¿cuál es el futuro de estos trabajadores y qué plantea el sindicato?
–Es un drama, que para la provincia de Sevilla es especialmente grave, más de una década de pérdida de peso industrial que se ha ido traduciendo en pérdida de centenares de puestos de trabajo industriales, hombres y mujeres formados con fondos públicos para ser los mejores cualificados y que acaban buscando una alternativa fuera de nuestra provincia. Eso hace que nos acabemos centrando en determinados sectores que crean empleo precario. Debe ser una prioridad, no sólo para los sindicatos, que ya lo es, sino para las organizaciones políticas y para las administraciones. Sevilla no se puede permitir seguir perdiendo peso industrial en beneficio de otras provincias o territorios, de España o de Europa. Hay que defender los intereses de los trabajadores de Airbus, de Abengoa, pero también del conjunto del tejido industrial de Sevilla.
¿Qué otros retos se marca?
–Adaptar el sindicato a la realidad laboral del mundo de hoy. Hoy hay mil y una maneras de ser trabajador, ya no es la clásica que vio nacer al sindicalismo de clases. Yo me he presentado con un magnífico equipo de hombres y mujeres que reflejan muy bien esas una y mil maneras de ser trabajador, sectores productivos muy precarizados, de la administración, de la privada, de grandes y de pequeñas empresas, es un equipo que refleja lo que es la sociedad, para seguir siendo la primera fuerza sindical de la provincia, un sindicato útil y adaptado al mundo del trabajo de hoy.
¿Cuál es el perfil de ese nuevo trabajador?
–Muy variado, con el crecimiento de las subcontrataciones se ha ido explorando las mil maneras de externalizar riesgos, por eso queremos derogar las reformas laborales. Las empresas de multiservicios cada vez se implantan en más sectores y se descuelgan de los convenios de referencia, desde el falso autónomo al autónomo dependiente. “Lo que la empresa ha desintegrado, que el sindicato lo integre”, que dice Unai Sordo. Para un problema común no vale una solución concreta, como hasta ahora, por cada empresa y sin control, se necesita un convenio común, que los trabajadores se reconozcan porque todos tienen que participar y buscar un convenio con el que defenderse.
¿Sirve aún el convenio colectivo?
–Hay que adaptarlo a la realidad productiva, recoger la diversidad de relaciones laborales, incluso los algoritmos que condicionan ahora la productividad, y atajar muchas brechas, las generacionales, de género, territoriales… Y hay que utilizar la negociación colectiva. Hay empresas que han buscado la competitividad invirtiendo en tecnología y en cualificación y hay otras que no, que son cortoplacistas, las de sectores de menos valor añadido, que se están consolidando y hay que cambiar ese modelo.