A veces buscas y buscas y no llega. En otras cae en tus manos y ya no puedes hacer otra cosa que felicitarte.
Un día cualquiera. Un retrato del costumbrismo, del parroquiano de tasca. Ver pasar la vida con la paz que da el saberse en el sitio correcto. El hombre que se apoya en el bastón es Eugenio Gil de Montes Moreno y ya gastaba setenta y tantos. Contempla la calle Feria que hoy tiene a un visitante inesperado. Un fotógrafo. Eugenio ofrece, quizá, cara de extrañeza. Porque los guiris, a principios de los ochenta, aún no abundan. Un guiri argentino, cámara en ristre. Y él sólo está al solecito del mediodía, departiendo con sus convecinos. Nada que destacar. Nada que retratar. Pero este fotógrafo sabe que ahí hay una instantánea digna.
Cristina aparece por la Botica de Lectores de Santa Catalina. Viene con el libro “Sevilla, la ilustre taberna” porque la ilusión de ver a su abuelo en la portada (1) le ha hecho trascender las casualidades. Nos cuenta que lo vio en el escaparate y que le removió ver esa puerta de Casa Vizcaíno flanqueada por su antecesor. Y que no es la primera vez que ha salido en un libro. Porque Eugenio era barbero. Barbero del gran Antonio Machín.
Ver la foto de Eugenio (2) con este a su vera, mientras le afeita, es un regalo inesperado para esta noche de diciembre. Trabajaba en la entrada al barrio de Triana por el puente, en El Altozano. En los años cincuenta y sesenta la cara del bolerista insigne pasaba por sus hábiles manos.
Estamos en la librería Botica de Lectores de Santa Catalina (antigua librería Reguera, cincuentenaria desde 1973 hasta este mismo 2023). El calor humano llega con la conversación, en la que cada cual va colocando su pieza del puzle de la Sevilla de las tascas, del vino pesetero. De no salir del barrio, donde todo pasaba. Deambular de la tienda de comestibles a la papelería, del almacén a la ferretería, de la droguería a la recova. Tal vez hasta el mercado de la Encarnación.
Tiempos en los que había que cambiar los botellines de cerveza vacíos por otros llenos. Cómo no, de la Cruz del Campo. “¡Abuela, que el abuelo dice que vayamos a la taberna con la caja, que ya no quedan!”. Los zagales vuelan, uno de ellos se llama Rafael, y el abuelo les invita a una cervecita. Por eso vuelan, con la sonrisa al aire. Apenas trece, catorce años, pero no hay extrañeza en el hecho. Es otra época, otra forma de ver y mirar.
La planta de Eugenio con sus pantalones de tergal y su guayabera es la del hombre que observa sin inquietud el devenir de las cosas del barrio. Esas que se comentan entre sonrisas y algún pellizco de nostalgia.
(1) La foto me llega, vía redes sociales, de Juan Gabriel Begerano Vizcaíno. Es actual dueño de Casa Vizcaíno y el último, de momento, en la saga familiar. Es muy de agradecer. Aparece en la portada de "Sevilla, la ilustre taberna" (Fénix Editora, 2023).
(2) Fotografía del libro “Machín. Toda una vida” (editorial La esfera de los libros, 2002) de Eduardo Jover.