La profesora Ruth Fine, presidenta de la Asociación Internacional de Hispanistas, y Genoveva Ruiz Calavera, directora general del Servicio de Interpretación de la Comisión Europea, con sede en Bruselas, cada una referente en su campo, fueron las encargadas de romper el hielo el lunes al inaugurar la primera de las mesas que abría el Congreso de la Lengua, bajo el título “La fuerza del español en Europa y en la escena internacional”.
Su intervención giró en torno a la lengua aunque en dos mundos radicalmente opuestos, pero unidos, eso sí, por el español. En el caso de Fine, el español supone el “vehículo hacia la literatura, la historia y la lingüística”, como explicaba en una entrevista a 7TV Cádiz. “Nuestra misión es difundir y promover el conocimiento y la investigación del hispanismo, estudiar las producciones literarias a lo largo de los siglos, lo cual tiene un bagaje riquísimo y amplísimo”, señala.
Lo que muchos no saben, es que además de aglutinar a hispanistas “hispanohablantes”, una gran cantidad son no nativos en español, un colectivo con el que trabajan especialmente “apoyándolos, orientándolos y dando información”. En su estudio de la lengua, destaca, además, el papel que está jugando el hispanismo en los países emergentes y casos curiosos como el de Egipto, donde donde la difusión del español “está siendo verdaderamente asombrosa. Se enamoran de la lengua y a partir de ahí quieren acceder a la literatura. Allí ahora mismo están compitiendo el inglés y el español”, apunta.
Y hablando de literatura, ¿qué título recomendaría?La presidenta de la Asociación Internacional de Hispanistas ni se lo piensa al ser una firme defensora de Don Quijote de la Mancha, la obra maestra de Miguel de Cervantes. “Es inabarcable todas las posibilidades y apertura que nos da la novela. Sigue vigente, el humor es liberador, por eso siempre recomiendo mucho volver a El Quijote porque nos enseña y nos hace reír a pesar de los siglos”.
Ruiz Talavera, por su parte, tiene a su cargo a 500 funcionarios intérpretes en Bruselas. Su trabajo también salvaguarda la lengua, “el ADN de la Unión Europea”. “Somos 27 países miembros y hablamos 24 idiomas oficiales. A todos les dan su sitio. Ahí radica su legitimidad. “Nuestros ciudadanos se dirigen a nosotros en su idioma y le contestamos en su idioma”, indica para poner el foco en la política de “fomentar el multilingüismo” con la que trabajan y en la que el español cobra relevancia. “La unidad lingüística de la interpretación española es una de las más grandes. Prácticamente el español es el idioma que se habla en todas las reuniones y es el tercero más traducido” .