Fue como pisar un campo de minas. Una catástrofe detrás de otra. En menos de un minuto, Luis Muñoz acabó expulsado por doble amarilla cuando el Málaga ganaba 1-2 en Albacete. Lo narraba así el protagonista en su comparecencia de este jueves: “Fue una simple falta para que no salgan rápido. El jugador me empuja, yo le empujo. Quería esa pérdida de tiempo para darle descanso al equipo. El árbitro viene y le digo que le saque amarilla a él también. El árbitro interpretó mal, en ningún momento me encaro ni insulto”.
Lo que sucedió es, por tanto, una mala interpretación de jugador y de árbitro. Porque según se explica Muñoz, le pide al colegiado Trujillo Suárez que le saque a Manu Fuster amarilla porque también empujó al malagueño. Pero en el acta, el árbitro aclara que la primera amarilla es por obstaculizar el balón y perder tiempo, no por el forcejeo entre ambos. A raíz de eso, Luis Muñoz le hace el ademán de empujar en un gesto alterado que acaba alterando aun más al árbitro. Este acaba echándolo sin contemplaciones.
“Le he dado mil vueltas. Que me saque la amarilla cuando estamos a doscientas pulsaciones… mi situación es no querer pelear en ningún momento. Soy el primero que estoy jodido”, se explicaba, para luego disculparse. “Quiero pedir perdón a todos, a los compañeros, cuerpo técnico y afición, porque cometí un error que no se puede cometer como capitán”.
Se sentó en la rueda de prensa del estadio de Martiricos para rendir cuentas. Asumir responsabilidades. ¿Salió de él o del club? “Yo quería hablar para expresar mis sentimientos. Es un error que no puedo cometer. Cuando estoy en frío en el vestuario, soy el primero que me doy mil cabezazos contra la pared”.
Una duda que hay es si habrá sanción del club mediante código interno. No lo quiso aclarar el capitán: “La sanción mía es una cosa interna. La misma que si expulsan a otro jugador. Es una expulsión más, no es una cosa de indisciplina. No es de buscar líos o de salir de fiesta. Eso sería una cosa extradeportiva. Fue una acción del juego que se me fue de las manos”.
Entiende el enfado de Pellicer, que en ese minuto 36 ya supo que el partido sería una tortura de la que salir indemne era misión casi imposible. “Con Pelli he hablado, él tiene mucha confianza en mi’”, aseguró el malagueño, que también contó que se encuentra bien físicamente, que forzó su vuelta en el último tramo de la pasada temporada y que no siente presión como capitán.