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El jardín de Bomarzo

Entre Orcos y Hobbits

Las familias en política vienen a ser como el condimento a las comidas, sin ellas falta ese toque exótico que le da gusto especial al bocado

Publicado: 10/02/2023 ·
14:02
· Actualizado: 10/02/2023 · 14:02
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  • El jardín de Bomarzo.
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Bomarzo

Bomarzo y sus míticos monstruos de la famosa ruta italiana de Viterbo en versión andaluza

El jardín de Bomarzo

Todos están invitados a visitar el jardín de Bomarzo. Ningún lugar mejor para saber lo que se cuece en la política andaluza

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"Los traidores son siempre desconfiados". Gandalf.

Las familias en política vienen a ser como el condimento a las comidas, sin ellas falta ese toque exótico que le da gusto especial al bocado. Hay que tener cuidado con ellas, claro está, se corre el riesgo de estropear el guiso, un poco más de la cuenta de pimienta, cúrcuma, nuez moscada o jengibre daña al mejor producto en origen. En cambio, la medida justa, ese pellizco sutil en el momento de cocción adecuado, extrae el mejor aroma al plato para el gusto de un consumidor que muchas veces, por desgracia, tiende a abusar de ellas. La familias lo son el todo en política, como las especias, y ni cuando un poder es absoluto se disuelven del todo, viven agazapadas esperando el tropezón para ganar terreno.

Familias hay en todos sitios, en algunos de manera más evidente y en otros más soterrada. En la Junta, por ejemplo, cohabitan el viejo PP, no por viejo sino por veterano, al fondo del cual siempre estuvo Javier Arenas, hoy alejado de los escenarios principales pero no por ello disuelto. Antonio Sanz, consejero de Presidencia, siempre fue su brazo ejecutor más firme y el gaditano mantiene una cuota de poder muy importante dentro del gobierno andaluz, al que en todo caso no gusta el exceso de foco que pueda tener porque pese al innegable trabajo y esfuerzo que dedica en la gestión general la suya no es la imagen amable, renovada, moderna que quiere transmitir el presidente de la Junta, que en cuanto puede y la oportunidad se lo brinda saca de su chistera calcos para incrementar el que ya se empieza a considerar como un ejército de juanmitas, clones de perfil amables, renovados, modernos. Como Ramón Fernández Pacheco, ex alcalde de Almería y al que se trajo desde allí para que proyectara una imagen más acorde al presidente. Como Bruno García, el candidato que él personalmente ha puesto en Cádiz por lo mismo pese a que Sanz quería el regreso de Teófila -que no quería-, como todo el PP de Málaga menos Paco de la Torre, que vuela libre. Como Marifrán Carazo, a la que ha puesto candidata en Granada. Un PP joven, renovado, amable, muy familiar cuando se reúne en torno a una taza de cola-cao calentito y unas oreo.

El otro es un PP más bicho, ni mejor ni peor, diferente, necesario porque una parte indispensable en los partidos es la cocina, donde se condimenta el guiso del que todos, después, comen.

Y si en el PP cohabitan familias, que las vemos ahora en Vox con los Abascal y Ortega Smith, qué decir del PSOE, no solo el partido más familiar de todos sino el único, quizás, que respeta el orden cuando las familias se cruzan a cuchillo. Y los tiempos, nada de adelantarse ni de precipitarse, las guerras cuando toquen porque hay que saber esperar con calma mientras se debate el interés común que son los votos del votante y el reparto de poder tras las elecciones para, después, embestirse a dentellada limpia en ese objetico común de dominar los pueblos de la tierra media. La guerra del anillo entre Orcos y Hobbits.

Ferraz es un ejemplo, un templo que se asemeja a las aguas heladas que lentas circulan por debajo de la capa de hielo de un río. Como pises mal, se rompe y adiós. Orcos y Hobbits son reconocibles en función del momento y a veces ganan unos, otras otros. Se vio en la guerra de venganzas entre Ábalos y Lastra que al final terminó con el fenecimiento de ambos en beneficio de Santos Cerdán, técnico de electrónica industrial y actual secretario de organización del partido que, a diferencia de antes, ha asumido que el poder está en Moncloa, que es quien lo decide todo. Estas luchas luego tienen las consecuencias familiares en las regiones, como es el caso de Andalucía donde Juan Espadas afronta un momento crítico por cuanto su futuro depende de un hilo y su familia, hay que reconocerlo, es corta. No existe el espadismo o, si existe, cabe en una mesa del Foster Hollywood.

Lo que pase en las próximas municipales será importante para él, pero la disyuntiva, eso lo ponen en valor aquellos que agazapados aguardan el tortazo, es que si las municipales van mal, la culpa será de Espadas, pero si van bien, el problema es Espadas como único responsable del mal resultado autonómico. Por lo tanto, el deporte entre familias es atizar a Espadas, que intenta agarrarse a la tabla de salvación que es Pedro Sánchez y esa es otra cuestión. En la familia de Sánchez solo hay una persona y es Sánchez. Con su mujer, Begoña, pieza clave en la estrategia familiar.

La pregunta es hasta cuándo Sánchez mantendrá a Espadas al frente de un terreno extenso y basto que tradicionalmente ha sido el principal dispensador de votos del PSOE nacional, una comunidad con 8.538.376 personas censadas en 2022 -la más poblada del país por encima de Cataluña y Madrid-, sin la cual es prácticamente imposible gobernar España. Ahora la domina este PP amable, renovado y moderno del juanmismo, que vienen a ser los Hobbits y Espadas no tiene el perfil de Orco que, quizás, requiera la contienda en este punto. Y Pedro es, por encima de familiar, matemático, solo entiende de cuentas. Por tanto la familia andaluza anda agazapada trabajando municipales que es lo que toca e importa, mantener sus cuotas de poder en  las provincias e intentar ganar al menos tres capitales: Huelva, Sevilla y Jaén, porque Málaga, Almería, Granada, Córdoba y Cádiz no parecen posibles y ello pese a lo que cuenta un CENTRA que, dicho sea de paso, centra con destreza los estados de opinión con medidos sondeos. Las diputaciones son otra cosa y habrá que ver si el PSOE mantiene las seis que ahora posee: tres son, en principio, claras, como Jaén, Sevilla y Huelva, mientras que Córdoba parece perdida, y Granada y Cádiz están en extremo o ligero riesgo. Almería y Málaga serán del PP.

En Cádiz se la juega en los últimos diputados de reparto en los partidos judiciales de Jerez, el de Cádiz, el de Chiclana hasta Barbate y el de El Puerto, Puerto Real y Rota, donde unos y otros concentrarán esfuerzos para arrastrar los restos. La familia de Ruix Boix, más Orco porque no le pega lo de ser Hobbit, otea el panorama con moderada expectación, confiado, y ya se verá luego como queda el panorama para repartirse con la alcaldesa de Jerez, Mamen Sánchez, la propia Diputación o el encabezar las listas al Congreso, que siempre fue una vieja aspiración del sanroqueño.

El poder de la tierra media es el objetivo. Elegir la familia correcta es la clave y suele ser una habilidad que no todo el mundo tiene.

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