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Uría dedicó su vida a levantar la empresa junto a dos de sus hermanos

Ignacio Uría Mendizabal dedicó su vida a impulsar y fortalecer, junto con dos de sus hermanos, la empresa constructora Altuna y Uría, que heredaron de su padre y en la que también trabajan sus hijos.

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Ignacio Uría Mendizabal dedicó su vida a impulsar y fortalecer, junto con dos de sus hermanos, la empresa constructora Altuna y Uría, que heredaron de su padre y en la que también trabajan sus hijos. 

Pese a sus 71 años, Ignacio Uría seguía parcialmente activo en la empresa y se dedicaba por las mañanas a visitar in situ las numerosas obras que esta compañía tiene adjudicadas en Guipúzcoa, donde departía con los jefes de obra y se interesaba y controlaba el estado de los trabajos, según han comentado a Efe fuentes de Altuna y Uría.

La empresa fue fundada en los primeros años de la década de los 50 por su padre, Alejandro, un albañil que “empezó de cero” y que procedía del caserío Azkune del barrio de Loyola, el mismo en el que se ubica la compañía.

Alejandro legó la empresa a sus tres hijos varones, Imanol, Ignacio y Luis Mari, aunque éstos compartían la propiedad con los tres hijos de Altuna, el socio de su padre.

Hace más de 20 años los tres hermanos Uría compraron su parte a los Altuna y se hicieron con el control total de la compañía, aunque no llegaron a cambiar la denominación, que continúa siendo Altuna y Uría.

La empresa, que ahora cuenta con 370 trabajadores, tiene a un buen número de “Urías” en su plantilla, ya que prácticamente la totalidad de los hijos de Imanol (4), Ignacio (5) y José Mari (5) trabajan en la constructora azpeitiarra.

En la actualidad, con Imanol, el mayor de los hermanos, jubilado, Ignacio y Luis Mari se mantenían al frente de la sociedad, aunque el primero ya había comenzado a delegar responsabilidades en sus hijos.

Además de la dirección y el control de las obras, Ignacio se ha encargado hasta ese mismo año de la interlocución con los trabajadores, aunque se había apartado de las actuales negociaciones del nuevo calendario laboral, que había delegado en uno de sus hijos, según han comentado las citadas fuentes de la empresa.

Casado y padre de tres varones y dos mujeres, Ignacio Uría tenía una gran afición a los naipes y todos los días, después de comer, jugaba partidas de tute y mus en el Kiruri, el restaurante en cuyo exterior ha sido asesinado.

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