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“Se puede vivir de la poesía. Yo sin poesía no viviría ”

Entrevista al poeta vejeriego Cristóbal Domínguez, ganador del II Premio de Poesía de la Universidad Carlos III

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  • Cristóbal Domínguez. -

'Nadie nos cuida en el sueño’. Este es el sugerente título de la última obra de poemas de Cristóbal Domínguez Durán gracias a la cual, el pasado viernes 15 de diciembre, recogía el II Premio de Poesía de la Universidad Carlos III de Madrid. El trabajo del joven vejeriego afincado en Granada destacaba entre las más de 600 propuestas presentadas a concurso. “Un libro que rebosa talento imaginativo, con multitud de imágenes sencillas, claras y luminosas”, según el prestigioso jurado presidido por el poeta Nuno Júdice y que ya está publicado por la editorial Pre-Textos.

Mucha gente de mi generación no vive en Vejer aunque le gustaría. Se debe acabar con la idea de que la gente sale del pueblo para triunfar. No, salimos del pueblo porque la falta de oportunidades nos obliga”

Tras ‘Secuelas’, publicado en 2018 y la obtención del XXXIX Premio Arcipreste de Hita, llega tu segunda obra, ‘Nadie nos cuida en el sueño’,  publicada como parte de la dotación del II Premio de Poesía de la Universidad de Madrid. ¿Cómo ha evolucionado tu obra en estos cuatro años? ¿Qué va a encontrar el lector diferente en este nuevo poemario?

–Básicamente diría que mi obra se ha vuelto más indispensable para mí, es decir, que dependo más de la escritura en mi día a día, escribo más. No necesariamente poesía que vaya a publicar, claro. Esto hace que en este nuevo libro se puedan encontrar, por ejemplo, más escenas sacadas de la cotidianeidad, a la que intento analizar no desde la razón sino desde el pensamiento poético. Creo que es urgente trabajar nuestra manera de pensar, volver a la imaginación para así tener herramientas que nos sitúen en otros mundos posibles, a todos los niveles.  Me siguen interesando muchos de los temas que toqué en ‘Secuelas’, pero creo que en este libro estoy más seguro de lo que hago y me importa mucho menos cómo se vean mis textos desde afuera.

Para mí la poesía no es emoción ni belleza, es una forma de interpretación del mundo para arreglarme conmigo mismo, tanto como lector como poeta. Entonces, quien se acerque al libro va a encontrar distintas formas no tan mecánicas o racionales de comprender la realidad y algunos poemas que reflexionan sobre cómo es esta manera de vivir que tiende siempre hacia las palabras.

“Una voz poética propia, original y sorprendente”. Así lo definía el jurado de este certamen. ¿De dónde surge la inspiración? ¿Cómo vive el proceso creativo?

–Desde el jurado han sido muy generosos con esas palabras. Ojalá algún día tenga una voz poética como la que describen. De todos modos, sí, yo soy de los que aún hablan de inspiración, de los que creen en ella.

Vivimos en un mundo en el que cuesta mucho pronunciar palabras alejadas del materialismo como alma o inspiración. Tengo compañeros que son capaces de escribir libros como si fueran proyectos, de rellenar con poemas una idea y una estructura de libro previas para que la obra salga redonda, y escriben cada día un rato. A mí me cuesta escribir así, necesito que la escritura de mis poemas vaya y venga.

Por ejemplo, ‘Nadie nos cuida en el sueño’ se escribió casi entero en unos cuatro meses. Recuerdo que entraba a trabajar a las 8:30 de la mañana y me levantaba a las 6 para tomar café tranquilo y escribir un poco antes de irme, porque sentía una necesidad de expresión tremenda. Escribía en los autobuses urbanos incluso. Luego, el libro fue admitiendo otros poemas puntuales conforme lo corregía, pero ese desenfreno expresivo hizo el núcleo del libro.

A mí es lo que más me gusta de la escritura, vivir las ideas que tengo para los poemas, caminar con ellas, viajar con ellas, ir a tomar unas cervezas y estar pensándolas, cocinar con mi pareja y que una palabra cuaje definitivamente el texto. Cuando estoy en ese estado soy feliz, las ideas son capaces de acompañarte muy profundamente.

Y, realmente, ¿de qué vive un poeta actualmente? Parece que el sector editorial está complicado. ¿Se puede vivir de la poesía hoy en día en España?

–Desde luego, se puede vivir de la poesía. Yo sin poesía no viviría. Mi amigo Pablo hace mucho inciso en esta división. Ahora bien, no se puede subsistir mediante la poesía. Se puede subsistir de la poesía y de las cosas que la atraviesan: traducciones, prólogos, investigaciones, recitales, concursos… Pero todo ello implica una inestabilidad poco atractiva, la verdad.

Además, yo creo que lo mejor es no depender de ella para lo material, así no haces que tu obra dependa de que guste a otros para poder comer. No depender de la poesía en este sentido hace que puedas ser fiel a ti mismo siempre. Es mejor que el pan venga de otro sitio.

El mundo de la cultura está viéndose fuertemente influenciado por las nuevas tecnologías. Son muchas las alternativas de ocio y entretenimiento a un solo click. Series, películas, documentales, juegos, música, deportes, libros… ¿Cómo lidias como poeta y como lector con esta nueva realidad? ¿Te gusta que haya esa profusión de oferta o prefieres visitar las librerías y bibliotecas tradicionales? ¿Crees que estas nuevas herramientas nos acercan o nos alejan de la cultura?

–Yo creo que bibliotecas y librerías tradicionales son perfectamente compatibles con la oferta de las nuevas tecnologías. Es increíble para un creador poder ver la película o el documental que quiere en el momento que quiera, escuchar una conferencia que se ha dado a miles de kilómetros en directo desde tu casa, oír la música que te apetece cuando te apetezca. Las plataformas y todo lo que trae internet son herramientas muy útiles, pero deben ser usadas bien, ahí está el problema. Esa oferta desmedida puede absorber al individuo y debemos aprender a colocar nuestro interés, focalizar. Lo que quiero decir es que, si hay un problema con las nuevas tecnologías en su relación con la cultura, no está en ellas sino en la forma que tenemos de abordarla.

Libro.

Además de escribir poesía, tenemos el honor de contar con tus aportaciones como articulista en el Viva Vejer cada mes. Una aportación en la que a menudo demuestra su compromiso social y su voz crítica con la realidad actual. ¿Cuáles son, a tu parecer, los problemas que afligen a la sociedad actual?

–No sé, supongo que los problemas de siempre. No soy ningún sabio y, aunque tenga mis impresiones, no considero que esté a la altura intelectual en que se debe estar para opinar de los problemas de la sociedad actual. En mis artículos opino de cosas muy concretas de las que intento saber lo máximo.

Afincado en Granada desde hace unos años, pero gran defensor de tu pueblo. ¿Es difícil eso de ser profeta en tu tierra?

–En mi caso, no creo que haya hecho nada para merecer ser profeta. Institucionalmente parece que este libro sí ha suscitado más interés que el primero, pero los vecinos y amigas de toda la vida siempre se han portado conmigo muy bien y se han alegrado de las cosas buenas que me han pasado. ¿Para qué más?

Ha sido bastante crítico en ocasiones con la turistificación, con la evolución registrada por Vejer desde hace unos años. ¿Crees que no vamos por el camino correcto? ¿Qué sientes cuando vuelve al pueblo?

–Sí, en efecto soy crítico con la turistificación, no con el turismo. El turismo es algo inevitable. España hace mucho tiempo que decidió, con Europa, ser un país del sector servicios y no podemos cambiarlo. Yo creo que basar un modelo de desarrollo para un pueblo en base única del turismo es algo peligroso y perjudicial para los vecinos. Primero porque el sector servicios en este país conlleva, mayoritariamente, precariedad inevitable, por lo que hacer que el pueblo se dedique exclusivamente a ello es condenarlo a la precariedad. El patrimonio de Vejer y sus recursos naturales, su término municipal tan rico y extenso no pueden ser explotados solo en una única dirección si se quiere hacer un modelo de pueblo sostenible en el tiempo. Mucha gente de mi generación no vive en Vejer aunque le gustaría. Se debe acabar con la idea de que la gente sale del pueblo para triunfar. No, salimos del pueblo porque la falta de oportunidades nos obliga. Por eso cuando volvemos, hablo en general, desde el punto de vista generacional, no mío, sentimos alegría, pero también un sentimiento agrio al imaginar cómo sería nuestra vida en Vejer si pudiéramos vivir allí.

¿Te gustaría establecerse aquí? ¿Crees que es difícil para los jóvenes encontrar su espacio, ya sea laboral o habitacional, en el pueblo?

–A mí particularmente no. Igual sí por la zona, cómo no, nuestra provincia tiene muchos atractivos y me gustaría estar cerca de mi familia. Pero claro, todo aquel que quisiera quedarse debería tener la oportunidad, disfrutar de un modelo menos salvaje de desarrollo de pueblo, menos excluyente. Siempre digo lo mismo, vaya, creo que ya caigo pesado (risas).

Aprovechando que ya estamos en plenas Navidades, te agradeceríamos alguna recomendación para incluir un buen libro de poesía en nuestra lista de peticiones para los Reyes Magos… Además de ‘Nadie nos cuida en el sueño’ que, por supuesto, ya todos deberíamos tener anotado.

–Bueno, hay muchos poetas que merecen la pena. Diré uno de la zona que me interesa, Antonio Cabrera,  poeta de Medina, tristemente fallecido hace unos años, que tiene una obra muy valorada a nivel nacional pero que muchos lectores de la provincia desconocen.

Para terminar te pedimos que compartas con nosotros un fragmento de tu poema favorito incluido en tu último libro.

–No tengo poema del libro favorito, que conste, por eso elijo este, porque es pequeñito, cabe entero y define bien una de las lecturas que tiene el libro:

“Pienso en

tener un sueño ajeno

No de otra persona

sino un sueño animal

De vaca o de ballena

 Quiero vivir

 una imagen nunca antes

 vivida”.

 

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