Con datos referidos al 74,2% de los colegios, Karzai obtiene el 48,6% de los votos, un resultado que le sitúa muy cerca de proclamarse presidente sin acudir a la segunda vuelta, para lo cual necesita superar el 50% de los sufragios.
El actual presidente se ha hecho con 2.089.179 de un total de 4.295.326 votos válidos, muy por delante de su principal rival, el ex ministro de Exteriores, Abdulá Abdulá, quien ha obtenido por el momento 1.361.247 sufragios, el 31,7%.
Abdulá ha calificado varias veces el recuento como una “farsa” y solicitó este sábado sin éxito a la Comisión Electoral que suspenda el proceso de escrutinio, tras referirse a los fraudes cometidos en varias áreas de las provincias más afines a Karzai.
Según el equipo de campaña de Abdulá, la IEC ha dado por buenos resultados en urnas donde Karzai obtuvo bien la totalidad de los apoyos, bien votos en números redondos –300, 500...–, lo que alimenta sus sospechas porque los fajos de papeletas contienen 100 sufragios.
Aunque la Comisión se niega a parar el recuento, el secretario del organismo, Daud Alí Najafi, anunció hoy que los votos de 447 urnas del país han quedado anulados por las irregularidades.
Hasta el momento, la Comisión de Quejas –un organismo independiente de la Comisión Electoral y con miembros extranjeros– ha recibido 2.301 denuncias de fraude, entre las que considera que 698 “podrían” alterar los resultados de las elecciones.
A falta de sus decisiones, el escrutinio se ha retrasado respecto a las fechas previstas: la IEC había anunciado que tendría los resultados preliminares para el día 3 de septiembre, pero aplazó el anuncio y en su lugar dio datos del 60 por ciento de los colegios.
Karzai, quien en los sucesivos anuncios de resultados ha ido ampliando su ventaja sobre sus rivales, ha obtenido proporcionalmente más apoyos en el sur y el este del país, las áreas donde es mayoritaria la etnia pastún, a la que él pertenece.
Aunque la participación fue más baja en esas zonas –son las más golpeadas por los insurgentes talibanes–, el recuento allí ha avanzado más lentamente que en el resto del país, así que mucho de lo que queda por contar debe en teoría beneficiar a Karzai.