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España

Diario de un jubilata

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España, a lo que se ve, es Madrid y poco más. En esto vengo cavilando desde hace un tiempo y para convencerme me fijo en lo que destacan todos los medios informativos. Ya sé que es la capital del Estado y que, de siempre, ha sido una especie de meta de todas nuestras ilusiones. También está Barcelona, pero ésa es otra historia.

Sólo hace frío en Madrid. Bueno no tanto como en Soria pero da igual: Soria no cuenta. Si acaso para enseñarnos Los Pajaritos con una cuarta de nieve y el peligro de que no pueda celebrarse un encuentro de fútbol con el Atlético de Madrid, quede claro. Los aviones se atascan sólo en Madrid, aunque aquí nos quedemos sin servicio cada dos por tres.

Si llueve a más y mejor Madrid se inunda un poco, lo suficiente como para alterar su rutina diaria, y aunque los de Valencia tengan el agua al cuello siempre nos informarán de los atascos en una de las muchas “emes” que rodean la grandiosa urbe. ¿M40 ó cuarenta emes?

Y qué decir de Guadalajara, tan ignorada, o de la ínclita Teruel cuyos habitantes, también españoles por cierto, andan promocionándose con el slogan de “Teruel, también existe” (que hay que estar muy cabreados -cantidad- para esto). Me pienso que tampoco cuenta demasiado Albacete, quizás por las navajas y algún que otro chistecito con premio.

De Andalucía, ni hablo, porque nosotros sí existimos, aunque sea para encabezar todas las listas desagradables (paro, renta, carreteras, enseñanza, etc.) Bueno también tenemos a Magdalena Álvarez para recibir bofetadas colectivas por nuestro acento, tan genuino él, ése que cuando quieren imitar los finolis se nos sientan en la boca del estómago.

Salvando las distancias, y como en Madrid pasan cosas -todas las cosas, repito- me quedo perplejo de la que se ha liado con el presidente Calderón, al fin y al cabo por casi nada, por engañar a la inmensa masa social de su club, y eso que el hombre no se ha llevado la pasta, ni ha arruinado a la entidad, ni se ha lucrado de  dineros públicos. La mundial, vaya.
 
A esos me los traía yo por aquí y les contaría, con pelos y señales, las barrabasadas que han cometido algunos presidentes del Xerez. Claro que seguramente se hartarían de reír porque, con todo, lo nuestro para ellos es calderilla y si encima les suena a chiste, pues ya me diré. Y es que esto no es Madrid, claro. Ni falta que hace.

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