Hace tres años saltó a la fama literaria María Elvira Roca Barea con su muy vendido libro “Imperiofobia y Leyenda Negra. Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español”. Le contestó José Luis Villacañas con “Imperiofilia y el populismo nacional-católico”. Defendían visiones contrapuestas sobre el pasado español -Inquisición, leyenda negra, la hispanofobia, etc.-. Con toda seguridad, en las cercanías de la fiesta nacional española del 12 de octubre que conmemora la gesta colombina -inesperada, porque buscaba la ruta comercial de las especias asiáticas-, se intensificará la polémica sobre las virtudes y deficiencias del “descubrimiento” y “conquista y evangelización” de América, luego denominado “encuentro entre los pueblos y sus culturas” y últimamente ha pasado a la condición de “masacre de los pueblos indígenas”. Del equívoco “Día de la Raza” a la orgullosa “Fiesta de la Hispanidad” se ha pasado al actual estado de cosas en el que la historia -con visiones diferentes- se ha contaminado con la política. Bien es verdad que coincide con la derrota de los criollos que han cedido el poder en distintas repúblicas americanas, tras doscientos años, a dirigentes provenientes de raíces indígenas. Curiosamente, eso ocurrió en Mexico hace mucho, con Benito Juarez, y no ocurrirá nunca en Argentina.
Es un tema que será de eterna discusión. Lo han traído a la actualidad el presidente mexicano López Obrador, el papa Francisco, el presidente Aznar, Pablo Casado y la inevitable Isabel Díaz Ayuso. López Obrador, desde el palacio nacional, iniciado por Hernán Cortés en el siglo XVI, con la campaña indigenista y la exigencia de perdón a España y a la Iglesia. Es un gesto hacia el interior de México, donde una mayoría lo siente así. Ni a España (ni a la inteligencia) le convienen este debate en absoluto, por eso que un ex presidente hable en términos tabernarios, como lo hace Aznar, no ayuda a los intereses nacionales. La contención es un valor. El papa argentino ha sido el más ponderado -criticado insólitamente por la derecha- poniendo un punto reflexivo: “Para fortalecer las raíces es preciso hacer una relectura del pasado, teniendo en cuenta tanto las luces como las sombras que han forjado la historia del país”.“Esa mirada retrospectiva incluye necesariamente un proceso de purificación de la memoria, es decir, reconocer los errores cometidos en el pasado, que han sido muy dolorosos”.