Todo tiene un principio y un final. El tripartito sentenció ayer su existencia tras la decisión del alcalde portuense, David de la Encina, de ser consecuente con la actitud de una parte de sus socios de Gobierno. Viva El Puerto ha estado telegrafiando desde hace meses que la situación del proyecto de los aparcamientos es un túnel sin salida, sin vuelta atrás y con un desenlace más que vaticinado por las circunstancias.
El Ayuntamiento portuense, en su afán conciliador, justificador y cumplidor con su electorado, ha intentado alargar, sin suerte, un final que se veía venir. Al igual que el futuro de la unión de las tres fuerzas políticas.
Las que tomaron el relevo en la búsqueda de las soluciones que abanderaron durante meses atrás y que viendo el resultado que empieza a darse, mal vienen dadas.
La inestabilidad política se contagia y son pocas, un año después de su llegada al poder, de mostrar un balance positivo. Poco. Poquísimo hay que destacar y mucho menos que congratularse por lo realizado. Polémicas, ausencias, recortes, enfrentamientos y demasiadas probaturas para un año que se cierra sin la fuerza y con un desgaste más que significativo.
Gobernar en minoría supondrá un deterioro mucho más galopante y mucho más evidente. El tripartito cierra una etapa oscura y lúgubre para los que confiaron en que el cambio llegó a Peral. Seguimos esperando.