El tiempo en: Estepona

El Puerto

¡Váyanse, ya!

Imagen surrealista y patética la que se vuelve a dar con el Racing Portuense como pretexto.

Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai Publicidad Ai

Lastimosamente para esto ha quedado el Racing Portuense. Hasta para dar la extrema unción hay que tener clase. Cubierto con un envoltorio de mentiras, engaños e intereses por sujetos canallescos. Los mismos que proclaman amor eterno e incondicional a unos colores. Un día se convoca una asamblea, otro se desconvoca; un día hay una varita mágica para solucionar lo insolucionable y otro hay inversores, propuestas, ideas, juntas gestoras salvadoras repletas de Mesías, que salvaguardan el botín.

Porque no se engañen, el botín sigue siendo y será el estrado del estadio o lo que a día de hoy representa: rencores, porfías y egos. El yo antes que el club. Por el que todos se pelean día sí y día también. El protagonismo más rastrero y barriobajero. El mismo por el que un día uno perdió la cabeza y arrastró con su avaricia todo lo arrastrable. Lo único que dejó en su cobarde huida fue la dignidad por seguir intentándolo, ésa que unos y otros no se cansan en pisotear una y otra vez. No se cansan.

Sus discípulos aprendieron rápido y se versionaron. Se adaptaron a las necesidades, se camuflaron y mutaron a base de tragar su dignidad en busca del vellocino de oro. Utilizaron las mentiras como arma para levantar una gran falsedad con burlas constantes a lo que dicen representar y amar. Cuando hay intereses de por medio, el supuesto amor pasa a ser una ruin conveniencia. El Racing para éstos no fue la razón de ser, fue la excusa para medrar. Siempre la ha sido. El trampolín para la avaricia y el poder.

Encontrar lógica a tanto despropósito, es pedir demasiado a los que no dan para más. A los que se aprovechan del momento y del lugar. Los que desde la sombra se atrincheran para atacar donde más duele y utilizar la vulnerabilidad de la entidad.

Sin pedir permiso, sin respeto y sin vergüenza se benefician, también, del silencio cómplice de los que aún conociendo y sabiendo, se callan. Año tras año y bajo el amparo del racinguismo condicional e interesado, se han llevado por delante la escasa credibilidad que tenían. Y es que el tiempo desenmascara a los pérfidos.

El Racing se ha convertido en el cobijo perfecto para personajes oscuros, sin escrúpulos. Para figurantes del pelotazo fácil, para el enjuague a medida y responsabilidad a coste cero. Para el que dimite y sigue votando sin aparentar a las miradas indiscretas. La oscuridad, la indiscreción o la manipulación. El tirar la piedra y esconder la mano. El manejarlo y utilizarlo hasta que dejarlo sin vida y tirarlo al suelo, y a otra cosa.

Hasta en la miseria ha encontrado a medradores de medio pelo, mercenarios de racinguismo confuso y mindundis de dudosa reputación. Los que con una soflama adiestran su verbo torpe y fariseo. El que no le importa jugar con Dios y con el diablo para ganar. Él, por supuesto. Éste siempre gana. Maniobras, discursos de cara a la galería y proyectos labrados con saliva trolera.

Váyanse, ya y cuanto más lejos, mejor.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN