Pues al final va a resultar que el que ha ganado la posesión en la final de la Champions no va a gobernar, ni siquiera tirando más córners que el contrario. El ganador va a ser el que más goles ha metido.
Es lo que tienen estas cosas de la mayoría parlamentaria, aunque a algunos les cueste la vida llegar al nivel de comprensión lectora de un niño de primaria. Porque parece que aún no se han dado cuenta que no se vota un presidente de gobierno, sino a un partido, ya que es el Parlamento el que decide quien se va a llevar los insultos de media España durante cuatro años.
Sin embargo, a algunos les está suponiendo un esfuerzo sobrehumano el asimilar el hecho de una derrota en las urnas que no entraba en sus planes, así como lo obvio de tener que negociar con el resto de formaciones para conformar una investidura. A nadie creo que le parezca bien que se olviden los delitos de nadie, pero de ahí a hablar de traición, de ruptura de la democracia, de inconstitucionalidad o de acabar con la igualdad entre españoles.
En serio, hablar de igualdad entre españoles en una monarquía es un chiste de los malos. Opinar sobre la constitucionalidad o no de una ley que aun no está siquiera escrita es algo sólo al alcance de los vocales conservadores del CGPJ, un hecho que nos señala el por qué el PP se niega en redondo a su renovación. Acerca de traicionar a los españoles, no creo que anmistiar a delincuentes fiscales sea un elogio de la igualdad entre ciudadanos. Donar 100.000 millones de euros destinado a un rescate bancario propiciado por el desaguisado de ciertos políticos, de los cuales no han devuelto prácticamente nada, a pesar de los pingües beneficios que obtienen cada trimestre, tampoco creo que sea una medida que nos iguale a todos.
Allá que fueron los defensores de la Constitución al grito de “Franco, Franco, Franco” a las puertas de Ferraz, a protestar porque ellos no han ganado las elecciones y nadie que no sea ellos debería ganar las elecciones. No tengo muy claro que el día en que el Jefe del Estado firme la nueva ley, porque tendrá que firmarla, vayan a acercarse a la Zarzuela al grito de “Felipe abdicación, Leonor coronación”. Pero cosas más raras se han visto.
