Los tramposos

Publicado: 28/11/2018
Autor

Miguel Andréu

Miguel Andréu es comunicador y escritor. Actualmente, director de Andréu Comunicación

El Jueves

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Todos los grupos políticos han impulsado una nueva Ley de Protección de Datos que les permitirá enviar propaganda electoral sin consentimiento
Uno ha conocido en su vida muchas elecciones en hermandades. Cuando concurren a las urnas más de una candidatura, ambas han de darse a conocer a los hermanos de la corporación a través de los medios que estimen más oportunos, así como solicitar el voto para su proyecto y su equipo. Hace unos años el censo de los hermanos era entregado a los candidatos para este fin, pero con la entrada en vigor de la Ley de Protección de Datos, el censo queda custodiado en la secretaría de la Hermandad y a los candidatos a las elecciones se les obliga a que si quieren dirigirse al cuerpo electoral lo hagan llevando su carta o folleto a la propia Hermandad, con el fin de proteger los datos de los hermanos.

Siempre me ha parecido una soberana estupidez, ya que si perteneces a una hermandad es de sobra conocida cuál es tu opción religiosa así como tus datos serán conocidos por aquella candidatura que opte al gobierno de la misma. Pero en las hermandades se ha sido muy escrupuloso con este asunto porque así lo marca la Ley.

Resulta que para los que hacen la ley este requisito no existe. No sólo bombardean tu buzón con propaganda electoral, sino que ahora los partidos políticos podrán llegar más allá.

Todos los grupos políticos han impulsado una nueva Ley de Protección de Datos que les permitirá enviar propaganda electoral sin consentimiento a cualquier ciudadano y por cualquier medio de comunicación directa. Esto incluye mensajes de Whatsapp, correo electrónico o comunicaciones en redes sociales. Para esta práctica, podrán utilizar datos personales obtenidos en páginas web y otras fuentes, algo prohibido para otros organismos o empresas con fines comerciales.

Además, se permite según el articulado “la recopilación de datos personales relativos a las opiniones políticas de las personas”, es decir, la confección y explotación electoral de perfiles ideológicos y personales de cualquier ciudadano.

Estos cambios dejan las manos libres para unas organizaciones con los máximos incentivos para utilizar cuantos medios tengan a su alcance para conseguir su objetivo: ganar elecciones y conseguir el poder.

Sus datos personales se convierten así en mercancía electoral. Personalmente me parece escandaloso que la nueva ley de protección de datos permita a los partidos prácticas como las de Cambridge Analytica, al dar carta blanca a la realización de perfiles ideológicos para el envío no solicitado de propaganda electoral sin el consentimiento de los usuarios.

Una vez más, el que hace la ley, hace la trampa. Los tramposos, claro.

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