Habrá que esperar hasta el 5 de noviembre para que este nuevo culebrón que estamos viviendo los españoles en esta República Bananera en la que se ha convertido nuestro país nos aclare algo. Ese es el día que ha fijado el Tribunal Supremo para aclarar quién pagará el impuesto de las hipotecas.
Me adelanto a todo esto y les brindo (gratis, sin impuestos de ningún tipo) la solución de todo esto: pagaremos nosotros, usted y yo, los de siempre. No le dé más vueltas, porque acabará así.
Vean lo que va a pasar: si la decisión del Supremo se mantiene en la postura de que serán las entidades bancarias las que asuman estos gastos, una cantidad realmente astronómica, tanto como esas que nos ofrecen una vez al año y que informan sobre los beneficios obtenidos, a nosotros los usuarios bancarios nos van a crujir a comisiones por cualquier cosa. Sí, más de lo que lo estamos ahora mismo. Además, comenzarán las caídas en la Bolsa y la economía se resentirá más de lo que aún está, algo que indirectamente también nos va a rozar muy de cerca a los que estamos en el escalón de los mortales. Y por supuesto, el variable de los tipos de interés comenzará a subir.
Si por el contrario el Supremo vuelve a reculear, que será lo más probable ya que como usted y yo sabemos habrá habido -aunque no nos las cuenten- presiones de todo tipo y al más alto nivel, pues seguiremos como estábamos: pagando por algo que creo que no nos corresponde. Eso sí, habremos ganado y mucho en inseguridad jurídica, y de esto el único culpable habrá sido quien la ha generado, que no es otro el Supremo.
Esta innecesaria inseguridad jurídica ha afectado a los mercados de valores y a las entidades financieras; a las agencias inmobiliarias; a los notarios y a los propios ciudadanos, que no sabemos a qué atenernos. Algo que se podría haber evitado, ya que la actuación lógica habría sido convocar el Pleno antes de hacer pública la sentencia. Como tampoco ni entiendo ni comparto que puedan opinar sobre este asunto 31 magistrados, muchos de los cuales, a pesar de estar adscritos al orden contencioso-administrativo, no están especializados en debates sobre problemas fiscales. Es urgente y muy necesario que a quien corresponda ofrezca explicaciones convincentes sobre lo ocurrido para despejar cualquier sombra de sospecha, así como la hipótesis de posibles presiones del sector financiero sobre la más alta instancia judicial de nuestro ordenamiento. Porque la Justicia debe ser como la mujer del César: ser (independiente) y parecerlo.