Son muchos los que peinan canas y han atravesado la frontera de los 80, dividida en dos épocas muy distintas, 40 años de dictadura a la que una parte muy significativa de los españoles desearía volver y 40 años de democracia en la que otra parte significativa no se encuentra a gusto y comprende que es el mejor sistema de Gobierno que nos podíamos dar.
La añoranza del pasado quedará naturalmente para la gente que lo vivió y para aquellos en lo que se le ha educado en el respeto, el orden y los valores patrios y que según sus mayores se han perdido.
Es una realidad palpable que se ha salido de una dictadura que había cortado las alas de la libertad, pero también es otra realidad que la libertad en muchas otras ocasiones se ha convertido en libertinaje.
Dos etapas en la vida de los octogenarios que cuentan de diferentes maneras y que se han reflejado en posiciones contrarias a las que hoy llamamos izquierda y derecha. La derecha firme y conservadora y la izquierda libre y progresista, esa es al menos lo que algunos políticos nos quieren hacer ver, pero que no son las normas de conductas que nos aplicamos.
El pasado miércoles se ha debatido en el Congreso de los Diputados la ampliación de la cuarentena anunciada por el Gobierno, y miren ustedes, allí aparece el presidente y el vicepresidente y a la vista de todo el mundo ocupando sitio en el hemiciclo, un claro ejemplo de democracia; libertad para hacer lo que me da la gana y hacer que el coronavirus progrese, pudiendo contagiar a sus chóferes y guardaespaldas respectivos.
La cuarentena para los demás porque lo manda el Gobierno, la dictadura de la izquierda. Así pues, no es de extrañar la añoranza de algunos. A esta altura del confinamiento en casa resulta difícil encontrar calificativos para definir a esta gentuza que nos ha llevado a un encierro que aún no sabemos el tiempo que va a durar, pero lo que sí sabemos es que vamos a salir fortalecidos para poderlos arruinarlos en las urnas en las próximas elecciones que no tardarán mucho en llegar.
La ambición, la cobardía y el miedo son algunos de estos calificativos aplicables al plagiador de tesis. La cara de miedo que tiene el presidente es la misma cara por la que se reconoce a los verdugos. Señor Sánchez, pida perdón y no sea cobarde que el valor se demuestra admitiendo que lo es.
Y recuerde, que pocas veces se cumple con lo que se ambiciona si no es haciendo daño a los demás, y usted y su Gobierno nos lo está haciendo.
