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Triunfo del Atlético entre la tristeza

Un marcador irrelevante en una mañana triste, soleada en el cielo pero tormentosa para el fútbol español, con el encuentro en segundo plano desde horas antes por los gravísimos incidentes sucedidos en Madrid Río

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El Vicente Calderón asistió a un triunfo del Atlético de Madrid entre la desolación y la indignación por la violencia ultra, un partido sin sentido que el conjunto rojiblanco ganó por 2-0 al Deportivo, el resultado de las diferencias entre un equipo que mira a la Liga y otro que aspira a la permanencia.

Un marcador irrelevante en una mañana triste, soleada en el cielo pero tormentosa para el fútbol español, con el encuentro en segundo plano desde horas antes por los gravísimos incidentes sucedidos en Madrid Río; una reyerta entre aficionados con un herido grave en estado "crítico", tras ser golpeado y arrojado al río Manzanares durante una multitudinaria pelea ultra que comenzó a las 9.00 horas.

Entre la repulsión por este hecho y esa sensación constante en el campo y en la grada, con un silencio por momentos inalterable, como si de un duelo sin público se tratara, en un encuentro de fútbol teñido de negro, en el que ya poco importaba lo que sucedía en el juego para muchos de los 45.000 aficionados en el Vicente Calderón.

En lo deportivo, empañado por la violencia ultra desde las horas previas, el partido se movió en las directrices imaginadas, en el dominio de la posesión del Atlético, cada vez más acostumbrado a ese ejercicio de paciencia con la pelota que le obliga cada oponente que visita su estadio para encontrar vías hacia la portería contraria.

La combatividad y competitividad del Deportivo, rearmado defensivamente con sus cinco defensas y un espíritu solidario y riguroso en su retaguardia, cerró muchas de ellas en todo el primer tiempo, incluso la banda derecha, desde donde Arda Turan y Juanfran han provocado infinidad de ocasiones en los últimos encuentros.

Sólo en dos oportunidades, un testarazo contra el poste del croata Mario Mandzukic en un centro procedente desde ese lado y un saque de esquina directo de Koke que obligó a estirarse a Fabricio, y algún barullo en el área amenazó con el gol el bloque rojiblanco hasta el minuto 43, hasta que apareció la estrategia. Otra vez.

Diecisiete de sus goles esta temporada han sido a balón parado, con la ejecución magnífica casi siempre de Koke, como en el 1-0, una falta botada con la derecha que sobrevoló el área hasta el remate oportuno de Saúl Ñíguez, un futbolista que, en sus contadas oportunidades, siempre cumple. Y ya con tres tantos en su cuenta.

El canterano, de vuelta al once después de seis encuentros, en los que sólo contó con 41 minutos en toda esa serie, con tres duelos incluidos fuera de la convocatoria por decisión técnica, abrió el marcador al borde del descanso para encarrilar un choque bajo el control del Atlético, pero sin apenas caudal de opciones de gol.

Tampoco había tirado mucho más a la portería contraria cuando marcó el 2-0, que nació desde la esquina, desde el balón parado, un envío dentro del área de Koke que, tras un rechace, cayó en las botas del turco Arda Turan, quien enganchó un disparo raso en dirección a portería y envenenado para Fabricio por el golpeo en un defensor.

No hubo más historia en el partido, sólo la oportunidad en forma de minutos que reclamaba el italiano Alessio Cerci, ningún amago de reacción del Deportivo, ninguna inquietud en el marcador para el Atlético ni ningún alivio para lo que había sucedido en las proximidades del estadio rojiblanco horas antes del encuentro.

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