Algunos del lugar aún recuerdan cuando Emery se empeñaba semana a semana en situar a Rakitic en la medular junto a un centrocampista de corte defensivo. Por entonces, esquema criticado por casi todos mas cuando los resultados no llegaban, no imaginaba que la solución la tenía más cerca de lo que podía llegar a pensar.
El vasco aterrizó en Nervión con la idea de implantar en el equipo sevillista un fútbol de control y vistoso. Y pasaban los días y los meses y seguía cayendo en la misma piedra. Hasta que dio con la tecla. Una piezza encajada a la perfección dentro del puzzle agresivo de este Sevilla. La solución estaba en la medular y no era cuestión de crear, sino de destruir. Fue entonces cuando cayó en la cuenta de que Carriço o Iborra necesitaban a otro igual a su lado y ese fue M’Bia. Desde aquel día los resultados comenzaron a llegar por sí solos y el debate del doble pivote se evaporó porque ya no existía debate alguno. La clave del Sevilla de Emery radicaba y radica en torno a esta doble pareja de ases.
Esta temporada continúan demostrando con números y sensaciones el porqué de su confianza a ciegas. Nadie ya es capaz de ponerle un pero a una pizarra en la que domingo a domingo siempre aparece el doble pivote más nueve futbolistas. Así, entre Iborra, Krychowiak y M’Bia se viene repartiendo los minutos, aunque con una clara ventaja del polaco que se ha convertido en una pieza indispensable para el técnico de Hondarribia. Además, el propio Emery ha sabido rentabilizar con creces la situación del doble pivote para dibujar las líneas de estrategia a balón parado. Tal es así, que hasta cuatro han sido los goles anotados por este trío y todos ellos diseñados magistralmente por el míster. Así que no lo duden, en el Calderón saltarán el doble pivote y nueve más.