El Sevilla sigue dejando a las claras que en su estadio mucho tendrán que sudar los rivales para sacar algo positivo. Ayer el Getafe padeció el látigo de Unai Emery.
El debut del joven guardameta Sergio Rico y el estreno liguero de Tremoulinas se convirtieron en las principales novedades de un once en el que, nuevamente, ni Banega ni Deulofeu formaron de inicio parte del mismo.
Tras un minuto de silencio en memoria del exconsejero sevillista Pedro Cárdenas arrancó el duelo entre Sevilla y Getafe en el Pizjuán. Inicio repleto de imprecisiones en ambos conjuntos. Nadie quería coger la manija del encuentro y si los de casa lo intentaban los azulones se encargaban de frenarlo con garra e intensidad.
De ocasiones nada reseñable hasta que en el 14 Denis Suárez botó una falta desde el extremo izquierdo en la que apunto estuvo de remachar al interior de las mallas de Guaita el espigado Vicente Iborra. En esos momentos, los de Emery sí comenzaban a ser dueños y señores del partido con un acentuado dominio.
No obstante, todo quedaba en la medular. La presencia en las líneas de ataque era escasa y cuando había que ofrecer ese último pase nadie daba con la tecla para generar el suficiente peligro ante la meta getafense. El control del cuero y del partido, sí, pero el Getafe también sabía a lo que jugaba y durante la primera media hora de partido supo como poner en práctica su idea de fútbol para intentar no irse de vacío de Nervión.
Sumó Coke una ocasión clara en el 33 en un saque de esquina en el que logró rematar con la espuela aunque Guaita intervino con suficiencia. Pero al final la paciencia tuvo premio. Corría el minuto 42 cuando el enésimo córner botado por Denis Suárez fue a caer a la cabeza de Krychowiak. El polaco, en el instante de rematar, fue golpeado por el meta Guaita con el puño y el colegiado lo vio. Penalti, tarjeta amarilla y gol. Como casi siempre Bacca, que ponía la justicia en el luminoso tras visto lo visto. Así se alcanzaría el tiempo de descanso tras una primera mitad sin grandes alardes pero en la que los de Emery fueron superiores en la posesión.
Sin cambios en ninguno de los equipos arrancó el segundo capítulo de este encuentro. Con un Sevilla que seguía dirigiendo la orquesta con la batuta de Denis Suárez y la inestimable colaboración de Krychowiak y Aleix Vidal. Precisamente, este último completó una gran jugada en los primeros compases que no acertó a completar el mediapunta gallego.
El partido comenzó a entrar en una dinámica algo peligrosa para los intereses sevillistas. Si bien los visitantes apenas visitaban el arco de Sergio Rico sí es cierto que el cuero empezaba a merodear territorio rojiblanco. Mientras tanto, el Sevilla se olvidó casi por completo de atacar en busca de un segundo gol que diese la tranquilidad.
Corrían los minutos y la mejor noticia es que el Getafe continuaba sin lanzar entre los tres palos de la meta sevillista. No obstante, el partido se convirtió en los últimos 20 minutos en un verdadero suplicio para el espectador.
Pero llegó el minuto mágico, el 86. Primero, porque Sergio Rico salvó al Sevilla con una intervención de mérito a la chilena de Hinestroza. Y segundo, porque en esa contra Aleix Vidal mató el partido. Punto y final y todo sigue siendo felicidad en Nervión.