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El problema costero no se centra en las licencias para chiringuitos

El director de la ONG ecologista Greenpeace, Juan López de Uralde, defendió ayer que el problema de las costas españolas ?no es tanto las licencias de los chiringuitos como la de los grandes edificios?, como el hotel Alagarrobico, todavía en pie.

El director de la ONG ecologista Greenpeace, Juan López de Uralde, defendió ayer que el problema de las costas españolas “no es tanto las licencias de los chiringuitos como la de los grandes edificios”, como el hotel Alagarrobico, todavía en pie.

Uralde, que ha reivindicado la aplicación de la Ley de Costas “con dureza para los grandes”, ha presentado hoy el informe Destrucción a Toda Costa 2010, en el que la ONG denuncia que España degrada 7,7 hectáreas de costa cada día que pasa para crear urbanizaciones, suelo industrial y comercial.

En sus declaraciones, Uralde ha indicado que hay en este momento un movimiento por parte de algunos “partidos periféricos” para que se debilite la ley.

A su juicio, se están utilizando algunos casos demagógicamente porque la realidad es que la Ley de Costas se hizo para evitar las “grandes aberraciones” que todavía hoy se han seguido produciendo.

El problema de nuestras costas “no es tanto las licencias de los chiringuitos como los grandes edificios”, como el Hotel Algarrobico, asentado en pleno Parque Natural de Cabo de Gata.

Por ello, Uralde cree que esta ley sigue siendo totalmente necesaria y reivindica su aplicación “con dureza para los grandes”.

En el informe, Greenpeace sostiene que la modificación de la ley, aprobada a finales del 2002, dentro de la Ley de Acompañamiento de los Presupuestos Generales de Estado, ha fomentado la ocupación más completa del espacio costero, llegándose a autorizar construcciones a 20 metros del mar y supeditando la protección de la costa a los planes urbanísticos de los ayuntamientos. Asimismo,Greenpeace afirma que Andalucía cuenta con el 59 por ciento de su costa urbanizada.

Un comunicado de la organización destaca que el "urbanismo salvaje, la construcción de infraestructuras y la contaminación" han destruido en las últimas dos décadas en la costa española la superficie equivalente a ocho campos de fútbol al día.

Asimismo, denuncia el acoso a los escasos espacios vírgenes que quedan y exige su protección.

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