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Arcos

‘Poemas ilustrados (Pintar con papeles)’

Tras la publicación de su segunda novela, Rafael Castro regresa con una exposición de collages

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Uno de los collages que se podrá admirar en la exposición.

Uno de los collages que se podrá admirar en la exposición.

Uno de los collages que se podrá admirar en la exposición.

“Nunca es tarde si la dicha es buena”, que dice el refrán. El arcense Rafael Castro, quien recientemente presentaba su segunda novela ‘Pisando barro’, regresa al primer plano de la actualidad. Y lo hace con la exposición de 40 collages que vienen a demostrar que con el papel también se tejen sueños pictóricos y poéticos.

Rafael descubrió este arte en los años ochenta, pero hasta ahora nunca había expuesto su amplia colección, entre otros motivos porque en aquellos años el autor era un trabajador de la banca que poco tiempo libre tenía para dedicarse plenamente a sus aficiones.

Ahora, animado por la Delegación de Cultura, el próximo 6 de abril, a las 20.30 horas y en fundación Víctor Marín (Palacio del Mayorazgo) inaugurará la muestra ‘Poemas ilustrados (Pintar con papeles)’.  En esta exposición, el autor reúne parte de su creación pasada, con obras en propiedad y otras que regaló a amigos en su día, pero también contempla una serie de trabajos de nueva confección que el público podrá disfrutar.
Con este trabajo, se puede decir que Arcos ha dado tres maestros del collage:  el recordado escritor Cristóbal Romero, el también escritor Carlos Murciano y  Rafael Castro. El autor pretende con su trabajo transmitir poesía; de hecho, varias de sus obras irán ilustradas con poemas propios que guardan alguna relación con el tema del collage. Asimismo, el díptico que se distribuirá estos días contempla unas líneas del poeta Pedro Sevilla a modo de reclamo para visitar la exposición.

Rafael Castro Cotrino divide su muestra en dos partes; la primera que llama 'Pintar con papeles’, porque “cada trozo de papel es como un brochazo”; y la segunda, ‘Expresivos’, con obras realizadas no con diminutos trozos de papel, sino con imágenes de mayor tamaño que van recortadas milimétricamente y que consisten a ‘grosso modo’ en la plasmación de una idea.  En todo caso, dos técnicas bien distintas que no buscan complementarse, sino expresar un pensamiento, a veces con objetos e imágenes cotidianas. Pero también estas obras son un instrumento de opinión, pues el autor muestra su versión de la realidad con una pizca de crítica social en algún caso. Basta con observar el collage que representa unas botas con sus respectivos cordones que simboliza de alguna manera “los hilos del poder”, o un reloj apuñalado que simboliza aquello de “matar el tiempo”.

Sin embargo, a pesar de sentirse enamorado de la pintura impresionista, Rafael acepta que siempre se quedaba a “un paso” de ese brochazo final que pusiera colofón a su trabajo. O, dicho de otra manera, lo suyo no eran los pinceles, sino las tijeras y el papel.  “Por eso me decanté por el collage, porque lo que lograba con el papel no lo lograba con la pintura”.

En todo caso, el collage es sinónimo de paciencia, la que da el tiempo, la edad y la minuciosa observación de lo que nos rodea.  No obstante, siempre quedará abierta una ventana a la imaginación del espectador...

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