La Sociedad Andaluza de Medicina Preventiva y Salud Pública (Sampsp) ha celebrado su Jornada Intercongreso sobre Vacunas en Antequera, que fue inaugurada por el director General de Salud Pública y Ordenación Farmacéutica, José María de Torre; el vicepresidente de Semergen Andalucía, José Mancera, y el presidente de la Sampsp, Rafael Martínez.
El director general de Salud Pública y Ordenación Sanitaria Farmacéutica ha destacado que uno de los objetivos de su departamento es "fomentar el trabajo interdisciplinar para aumentar las coberturas vacunales y reducir la incidencia de enfermedades prevenibles por vacunación. Para ello, ha opinado, "es necesario intensificar las políticas de vacunación a lo largo de toda la vida, no solo durante la niñez."
Por su parte, el vicepresidente de Semergen Andalucía agradeció la iniciativa de la Sociedad Andaluza de Medicina Preventiva y Salud Pública por invitar a Semergen, ya que considerado que "es necesario trabajar de forma coordinada para seguir poniendo en valor las vacunas y su elevada eficacia".
La jornada ha comenzado con la intervención del doctor Fernando Fariñas Guerrero, del Instituto de Inmunología y Enfermedades Infecciosas, del Departamento de Microbiología de la Facultad de Medicina de Málaga y estuvo dedicada a las bases inmunológicas de la vacunación frente a neumococo.
En este sentido, se destacó que la resistencia a la infección por bacterias que contienen una cápsula de polisacáridos depende del desarrollo de anticuerpos específicos antipolisacáridos, que favorecen la opsonofagocitosis de la bacteria, así como de una respuesta de inmunidad innata basada en el reconocimiento del microorganismo por receptores de membrana, fagocitosis, proteínas del complemento y colectinas, entre otros.
Cualquier alteración en alguno de estos mecanismos conlleva el incremento de la susceptibilidad a padecer enfermedad neumocócica invasiva (ENI), de ahí la importancia de la vacunación. La mayor incidencia de las infecciones neumocócicas en los lactantes menores de dos años está en relación con su inmadurez inmunitaria para responder a los antígenos polisacáridos. Todas las vacunas neumocócicas desarrolladas hasta el momento se han basado en utilizar como antígenos los polisacáridos capsulares para inducir anticuerpos específicos en el suero.
A través de diferentes estudios poblacionales, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha determinado que un dintel propuesto de IgG específica frente a los polisacáridos capsulares en el suero significa protección frente a la enfermedad neumocócica invasora (ENI). Sin embargo, algunos estudios recientes han demostrado que hay serotipos que necesitan títulos más altos, mientras que para otros serotipos son suficientes títulos más bajos.
Desde el punto de vista estructural, existen dos tipos de vacunas frente a neumococo: las que contienen los polisacáridos puros y las que contienen los polisacáridos capsulares conjugados a un carrier o proteína transportadora. Los polisacáridos son antígenos T-independientes, lo que supone que no generan memoria inmunológica ni respuestas secundarias de anticuerpos. Además, son poco inmunógenos por debajo de los dos años de edad, cuando la capacidad para responder a este tipo de antígenos no se ha desarrollado de forma completa.
Por otra parte, la administración repetida de vacunas de polisacáridos purosgenera una respuesta menor de anticuerpos a medida que aumenta el número de dosis administradas (tolerancia), aunque este fenómeno ha sido cuestionado recientemente. En las vacunas conjugadas, el polisacárido capsular se conjuga con una proteína, lo que condiciona que aquél se convierta en un antígeno T-dependiente. Esto se traduce en la inducción de memoria inmunológica y respuestas secundarias de anticuerpos (mucho más rápidas, con títulos mucho más elevados y con mayor avidez por el antígeno que las respuestas primarias).
PRODUCCIÓN DE VACUNAS
'La complejidad de las vacunas: producción, entorno regulatorio y perspectivas globales' centró otra de las ponencias de esta jornada. Sobre este asunto, Pedro Alsina, relaciones institucionales de Sanofi Pasteur, explicó que "las vacunas son preparados farmacéuticos con algunas peculiaridades que las hacen singulares: su naturaleza biológica confiere alta complejidad a los procesos de producción; por aplicarse normalmente a sujetos sanos los requisitos de seguridad y regulatorios son más estrictos que para el resto de medicamentos. Estas peculiaridades hacen que el número de fabricantes sea muy pequeño y que el ecosistema de las vacunas sea altamente sensible y cualquier incidencia puede provocar escasez de suministro.
La gripe debe considerarse una "zoonosis remergente con peculiaridades únicas". La vacuna de gripe no tiene una efectividad óptima pero es la "mejor medida" para prevenir las consecuencias graves de la gripe, según expuso el doctor Ortiz de Lejarazu, del servicio de Microbiología e Inmunología del Hospital Clínico Universitario, y Director del Centro Nacional de Gripe.
Durante su intervención indicó que "las primeras experiencias gripales marcan al individuo como y probablemente condicionan su futura susceptibilidad frente a los distintos virus de la gripe. La gravedad incide en individuos en los extremos de la vida por ello son poblaciones diana con especificas recomendaciones hechas por la OMS y adoptadas por pocos países.
Otro de los puntos relevantes de su exposición se refirió a que "la gripe por el tipo B tiene una patogenicidad porcentual equiparable a la A, lo que enfatiza el papel de las vacunas tetravalentes."
La jornada fue clausurada con la intervención del doctor Ángel Gil, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Rey Juan Carlos, quien señaló que "la evidencia disponible en relación al riesgo de enfermedad neumocócica, muestra cómo además de las patologías de base, la edad en sí, es un factor de riesgo claro para la enfermedad neumocócica, tanto invasiva como para la neumonía".
El fenómeno de inmunosenescencia, que produce un deterioro del sistema inmune, puede aumentar la susceptibilidad a las infecciones, que por otro lado pueden ser más frecuentes y de mayor gravedad, lo que contribuiría a un aumento en la carga de enfermedad en esta población, ha explicado el experto.
En personas de edad avanzada, la neumonía neumocócica se asocia con un alto riesgo de hospitalización. Los datos publicados muestran una tasa de incidencia de hospitalización por neumonía neumocócica en población igual a 65 años sin factores de riesgo adicionales, de 39,9 casos/100.000 habitantes, más de seis veces el valor observado para adultos entre 18-64 años, lo que muestra la edad como factor de riesgo para esta enfermedad. La cifra en sujetos igual a 65 años se multiplica de forma significativa al considerar comorbilidades, que por lo general son frecuentes en población de este rango de edad.
"A la vista de este incremento en la carga de enfermedad a partir de los 65 años tendría sentido plantear un abordaje preventivo a los 60 años, antes de alcanzar ese rango de edad de máxima incidencia", señalaron en la jornada. El incremento de la carga de enfermedad a partir de los 65 años y el número absoluto de casos que esto supone, la necesidad médica relativa a la enfermedad neumocócica no cubierta o el mayor impacto en salud pública de las políticas de vacunación por edad frente a la estrategia por grupos de riesgo, entre otros aspectos, sugieren según los datos publicados que "la vacunación de una cohorte con VNC13 resulta eficiente para el sistema en base a los casos evitados", concluyeron.