Tristes privilegios

Publicado: 25/10/2018
Cuando decidimos ante problemas como la inmigración o la pobreza, permanecer al margen para no complicarnos la vida, nuestra agenda salta por los aires
Parece una contradicción pero hay privilegios que no son motivo de alegría sino todo lo contrario.. Aunque nadie puede negar que la tristeza sea una emoción necesaria, y más aún cuando por decreto u obligación se nos niega, como si fuera obligatorio estar contentos a todas horas del día.

Por tanto tan privilegio es llorar a mandíbula batiente como poder reírse a carcajada limpia, lo que no podemos sentir la opresión de una u otra emoción como si lejos de ser una libertad de cada cual fuera una obligación. No deberíamos confundir lo uno con lo otro, si no nos perderemos.

Nuestro País, Estado de las Autonomías, Nación de Naciones, Estado Federal, tiene tristes y extraños privilegios, como son los de  ser Frontera Sur de Europa recibir miles de inmigrantes sin poder darles una respuesta de integración, por muchos acuerdos que se hagan a nivel europeo para endosarnos el problema a los del Sur a cambio de unos miles de euros.

Esa financiación no la queremos, si no va acompañada de más medios personales y materiales, de todas las garantías para quienes llegan y la sociedad de acogida. En caso contrario estaremos favoreciendo una política de confrontación y desigualdad.

Cuando decidimos ante problemas como la inmigración o la pobreza, permanecer al margen para no complicarnos la vida, nuestra agenda salta por los aires ante lo imprevisto, entre la absurdidad y la bellaquería, mientras que si decidimos centrarnos en lo positivo, la vida va a hacernos siempre el regalo de lo inesperado.

A veces tenemos el triste privilegio de tener demasiados puntos de vulnerabilidad, aunque haya voces interiores que nos avisen de los peligros y signos exteriores que nos denuncien de la realidad, como el hecho de que somos demasiado pobres, tanto como los terceros tras Rumania y Bulgaria en el marco de la Unión Europea.

Sigue siendo un privilegio desconcertante, que mientras los beneficios empresariales se han disparado en un 200,7%, el coste laboral por trabajador apenas varió un 0,1% .A ver qué razones buscamos para convencer a la gente que han de continuar sacrificándose.

También los jóvenes que acceden al mercado laboral han tenido que ver como su sueldo anual es un 33% inferir respecto al 2008 , en el que la crisis dio la cara , y como los contratos a tiempo parcial para ellos han crecido tres veces más rápido que para el resto , en definitiva un 54% frente al 16%.

Como puede explicarse que en un País como el nuestro, con una de las legislaciones más avanzadas en igualdad, siete de cada diez personas que reciben los salarios más bajos son mujeres y como el sistema fiscal contribuye a generar desigualdad  y tampoco es equilibrado como se gasta el dinero recaudado, ya que dos de cada diez euros de transferencias públicas se dirigieron al 10% más rico de la población.

En una sociedad como la nuestra en la que gastamos demasiado dinero en guerras y poco en construir la paz, en la que fabricamos muchos juguetes rotos, no sabemos decir que no a las miradas inquisitoriales y asistimos a partidos que convocan primarias sin militantes, voces que claman en el desierto pero no representan  a nadie.

Nuestro entusiasmo nos da a veces, sobre todo cuando tenemos la suerte de nuestra parte, alas para avanzar y nos espera una sorpresa agradable que puede cambiarnos la vida., huyendo de la agitación , evitando lo alarmante e intentando buscar nuestra paz interior e inmersos en un ambiente eléctrico y lleno de posibilidades y probabilidades.
 

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