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El sexo de los libros

Georges Bernanos bajo el sol de satanás

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  • Georges Bernanos
Georges Bernanos (París, 1888-Neully sur Seine, 1948) pertenecía a una familia de origen hispano-lorenés y se educó con los jesuitas de Artois. Se licenció en Derecho y en Filosofía. Un temperamento apasionado y resueltamente romántico le llevaría a abrazar, en su juventud, la causa monárquica, incorporándose a los Camelots du Roi y a L’Action Française, si bien con posterioridad se alejará de dichos círculos. En 1932, tras una ruidosa polémica, rompe definitivamente con Charles Maurras. Su participación en la Gran Guerra (1914-1918) se saldó con un buen número de heridas honorables, pero también fue el suyo un nacionalismo refractario a la complacencia y de singulares connotaciones críticas. Paralelamente, su concepto de la tradición nada tiene que ver con el conservadurismo a ultranza ni con atrincheramientos inmovilistas (El Miedo de los Biempensantes, 1931). Lo mismo sucede con su catolicismo: la inusual firmeza de sus convicciones no merma su capacidad de disensión ni su instinto opositor frente a las incongruencias en el terreno de los principios, pero tampoco menoscaba su apertura al diálogo. El éxito, en 1926, de su primera novela, Bajo el Sol de Satanás, marcará el comienzo de su total consagración a las tareas literarias. Su Diario de un Cura Rural (1936) es una de las mejores narraciones del siglo XX.


La guerra civil española dejaría una significativa huella en la vida y en la obra de Bernanos. El levantamiento militar le sorprende en Mallorca, donde se hallaba con su familia desde 1934. Si de entrada se posiciona a favor del golpe, más tarde reacciona contra la desmedida represión desatada por los franquistas en la isla y condena, en Los Grandes Cementerios bajo la Luna (1938), la feroz persecución que se lleva a cabo en nombre de Cristo. A continuación parte hacia Brasil, donde se instala en 1938 hasta su regreso a Francia en 1945; sin embargo, a pesar de su apoyo a la Resistencia y al general De Gaulle, no acaba de encontrarse a gusto entre los suyos, tanto por su precario estado de salud como por su aversión a las atmósferas triunfales y, sobre todo, por su incompatibilidad con el servilismo y las funciones de comparsa oficial. Es así que opta por retirarse a Túnez y sólo volverá a su país, en junio del 48, para someterse a una operación quirúrgica, aunque fallece el 5 de julio.

El mal, el pecado, es decir, ese “odio secreto e incomprensible” que fermenta en el corazón humano. A propósito de esta realidad, definida con un rigor enigmático, Bernanos escribió lo siguiente: “Puede darse a este sentimiento misterioso el origen o la explicación que se quiera, pero una explicación es necesaria. Nosotros los cristianos creemos que este odio es el reflejo de otro odio, mil veces más profundo y más lúcido, que no es sino aquel que procede del Espíritu Indecible, el más resplandeciente de los astros del abismo, el que jamás nos perdonará su espantosa caída”. Voici, sans doute, le Diable. Como Stendhal, Bernanos era un “maestro de energía”. Su norma consiste en “hablar cuando todos callan”.

La literatura de Bernanos gira esencialmente en torno al enfrentamiento entre el bien y el mal, incesante colisión que se cierne sobre la voluntad del ser humano a lo largo de toda su existencia. El catolicismo trágico, agónico, incluso a veces violento, siempre abocado al testimonio militante de la fe, que Bernanos asumió como identidad innegociable (eso sí, siempre esgrimiendo sólidos y fascinantes argumentos), le impide renunciar a la necesidad obligatoria de los soportes teológicos. Enemigo de todo género de conformismo, la escritura de Bernanos fluye sin vacilaciones ni pudores: nos atrapa (seamos, o no, creyentes) porque de ella emerge el ímpetu de un pensamiento íntegro y cargado de intensidad.

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