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La tribuna de El Puerto

El rey Fonsi Nieto y el cortesano Quintana

Pero el señor Fonsi Nieto no estuvo en ningún momento a la altura del inmenso honor con el que fue investido.

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  • Fonsi Nieto como Gaspar -

De desagradecidos anda el mundo lleno. Y de maleducados, todavía más. Que alguien te invite a su casa sin apenas conocerte de nada y te dé tratamiento de rey debería ser acogido por el agasajado con la mejor de las actitudes. Si, además, la categoría es de rey mago y el generoso anfitrión es una ciudad a la que llaman de los cien palacios, con más de 3.000 años de historia, en la que, indudablemente, sobran reyes y sobra magia, el comportamiento antes, durante y después de la visita debería ser intachable. La buena educación obliga incluso a pasar por alto las pequeñas incomodidades que podamos sufrir durante la estancia. Nos lo enseñaron nuestros mayores desde que éramos muy chicos: es de bien nacidos ser agradecidos.
Al señor Fonsi Nieto, uno de los cargos directivos de esta comunidad de vecinos que es El Puerto, el inefable Ángel Quintana, le propuso hace meses, ignoramos en base a qué mérito, capacidad o compromiso con nuestra ciudad, venir a nuestra casa común y disfrutar de una de las tareas más fascinantes que uno puede desempeñar en la vida: ser uno de los tres Magos de Oriente, en su caso Gaspar. El lujo impagable de mirar y mirarse en los ojos de los niños en la noche más hermosa. La dignidad de representar a todos los reyes de un pueblo, muchos de condición muy humilde, que han hecho posible que sus hijos, sobrinos o nietos,  puedan disfrutar de sus regalos la mañana del 6 de enero. El homenaje merecido al niño que no nos abandonará nunca. La bendita dicha  de regalar y regalarse.
Pero el señor Fonsi Nieto no estuvo en ningún momento a la altura del inmenso honor con el que fue investido. No creó lazos afectivos con los miembros de la comitiva real. No participó ni se interesó jamás por el trabajo que el resto de compañeros desempeñó para que todo saliera de la manera más decente posible. En las visitas a las entidades y asociaciones se mantuvo en todo momento al margen del grupo, negándose incluso a posar con aquellos que le solicitaban una foto. Pasó la mayor parte del tiempo hablando por el móvil. Cuando algunos portuenses se lo reprocharon en las redes sociales, achacó su cara de sieso manío a  la “alergia a los caballos”. Y su adicción al móvil la justificó diciendo que “tenía que hacer fotos para una marca de caramelos que le regaló kilos y kilos para que los niños disfrutaran y para el club de fans de Valentino Rossi, que le regaló el merchan”.  “A merecido la pena” (sic), escribió también dando buena cuenta de su exquisita ortografía, y agradeció la colaboración de todos, en especial de  “los ancianitos y  los niños enfermitos”.
El cortesano de Nieto, Ángel Quintana, como concejal nuestro que es, nos debe una explicación.  En base a qué criterios Nieto fue elegido rey, cuál es su vinculación con la ciudad, por qué no le llamó al orden y ejerció de representante de los ciudadanos a los que el falso Gaspar faltó al respeto, en lugar de  atender sus continuas quejas de niño bien (hay quienes apuntan que estuvo a punto de dar la espantada antes de que las carrozas se pusieran en marcha). Por qué, en definitiva, un tipo tan desagradecido y maleducado ha sido rey mago en una ciudad en la que sobran reyes amables y sobra realismo mágico.

    Pepe Mendoza, 7 de enero de 2017

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