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La Gatera

Relecturas

Qué fácil es caer en los brazos de los nuevos idilios y olvidar las viejas caricias, ¿verdad?...

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Qué fácil es caer en los brazos de los nuevos idilios y olvidar las viejas caricias, ¿verdad? Sin embargo reconozco que al pasar de los años, me pasa justo al revés y prefiero volver noche tras noche a mis viejos amores. Y hablo de libros, querido lector, que no de hombres. Libros que han decorado horas de mi vida con las imágenes más diversas. Libros que dormitan durante años en la cabecera de mi cama con la paciencia del que se sabe amado y no le teme al tiempo. Y eso que en los anaqueles de mi biblioteca se acumulan nuevos títulos que llegan orgullosos, pavonéandose del embriagador olor de sus hojas nuevas, del brillo de sus portadas, de la ilusión de lo nuevo. Miran por encima del lomo a esos pobres libros viejos, con las pastas arañadas, con las hojas manchadas por la caricia del dedo curioso, llenos de anotaciones (esta manía mía de contarle al libro lo que pienso de él), y se instalan a su lado con el gesto de desdén que da la juventud.

Cuando los abro para comenzar a leerlos las palabras me suenan un poco estridentes, será por el poco uso, y hasta me parece que lo que me cuentan ya no me lo cuentan a mí, sino a otra Rosa, más joven, con más ímpetu por creerlos. Por eso para dormir, para acompañarme entre las sábanas, yo prefiero a los viejos amores, a los besos de papel ya conocidos, a mis queridas relecturas.

Les cuento todo esto porque duerme conmigo estas noches en las que el frío hace que ya apetezcan los abrazos, un viejo ejemplar de Ocnos y una guía de viaje hacia el universo de su autor, “Cernuda para jóvenes”. Un libro que publicó hace muchísimos años Francisco Robles, y que como dice mi amiga Ana Romero, debería llamarse “Cernuda para todos”. Un libro de ésos que mi querido Paco escribe desde el alma, despojado de todo, con la desnudez del que bien sabe. Un libro que debería ser de obligada lectura para muchos que ejercen el despreciable oficio de repartidor de certificados de auténticos sevillanos.

Como si ser sevillano fuera algo tan fácil, mire usted. Se cumplen hoy 52 años de la muerte de Luis Cernuda en México D.F. Y una se pregunta qué pensaría el poeta de todos los que se enarbolan la bandera Cernudiana sin haber acariciado ni una sola de sus páginas. Prefiero ni imaginarlo y seguir con mis relecturas.

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