Afirma uno de los arquitectos, que “hemos pretendido devolver a sus inquilinos su vida cotidiana, sin mermar las cualidades pre-existentes en el edificio. Y por cualidad hay que entender, sobre todo, la cualidad humana, de la vida cotidiana de la gente en los espacios de sus viviendas”. ¡Toma castaña...! Me refiero a la Casa del Plátano, ¿saben?
Dice también, por justificarse que no quede, que “el proyecto ha intentado introducir valores actuales sin caer en la estandarización...”
Y esa obra, o lo que sea, ha sido seleccionada como finalista en la X Bienal Española de Arquitectura; y, además, también compite en la edición de este año del premio Mies van der Rohe de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea. Pues sí, todo muy bonito, pero la casa es más fea que pegarle a su padre.
Y en los años de la lenta burocracia, los trabajos en esta finca dice que duraron mas de un lustro, qué pena de tiempo perdido, “se tardó tanto en acometer las obras que el patio original se derrumbó en la espera. De hecho, nuestro primer proyecto contemplaba el patio con las columnas y las arcadas”.
¿Y no se salvó de nada de ese patio? ¿Nada de nada? Es que por la ciudad en su día no corrió esa versión...
Y sigue uno de los autores del proyecto explicando y comenta: “Yo destacaría como singularidad, más que como problema, el rescate de un pedazo de calle que la casa había fagocitado y que ahora es un espacio muy singular del edificio. No se puedo recuperar del todo, porque la Iglesia (sic) vetó un poco el acceso a la plaza, (sic) pero cuando uno entra en el edificio es lo primero que sobresale como espacio”. Pues no la va a tener que enseñar para contemplar tantas bellezas reunidas...
Y dice, comenta, se lo cree, y afirma: “Y esto es algo que se distingue no tanto en el estilo interior de las viviendas, abordado desde el punto de vista de la arquitectura actual, sino en factores como el vivir en torno a un patio, la utilización de materiales de construcción que la propia ciudad va mostrando o la relación de la casa con la Catedral y el entorno en el que se ubica”. Y a mí me da algo cuando he leído eso de “la relación de la casa con la Catedral y el entorno en el que se ubica”. A mí me encantan los tapaluces de los huecos de la fachada única de la casa. Esos tablones allí colocados tan estéticos, tan hermosos, tan útiles. Y esa luz que entrará por esos huecos con los tablones... Y se lo creen y a lo peor le dan premio y todo porque tal y como está eso de la estética y el modernismo en la arquitectura actual, todo es posible. Cosas peores vemos por la ciudad, bueno, peores no, pero del mismo calibre, sí; como eso de “entre catedrales”, que hay gaditanos que aseguran que aquello terminará siendo un bar con sus terrazas y todo...
Lo malo de todo esto es que se hace con dinero público que se derrocha en estas atrocidades.