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Falsarius Chef

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Un amigo mío es un especialista en buscar corbatas a la moda en mercadillos por precios irrisorios. Otro se divertía en buscar tugurios con tapas excelentes y vinos apreciables. Recuerdo un mesón en Torre del Mar donde todavía se puede comer a la carta comida casera muy bien elaborada con rioja de crianza por menos de diez euros, basta con decir que pierna de cordero para dos persona con excelente guarnición de verduras del tiempo no llegaba a los once euros, y para no cansar, tengo una prima que ha sido capaz de decorar su adosado con un gusto discreto y con materiales encontrados en las tiendas de Todo a un euro, brillantemente. La moraleja no se encuentra en el bajo costo de lo que realizas, sino en la dedicación y el cariño que le pones a tus tareas cotidianas que logran resultados insospechados y brillantes. Hace falta algo más que dinero para comer bien y decorar mejor. ¿Dónde se pueden tomar las mejores tortillitas de camarones, el mejor queso y la mejor manzanilla? Y ¿cómo amueblar y decorar una terraza con elementos originales, discretos y no obstante formar un conjunto que resalte? Hay que dedicarse a ello para poder después contarlo.

Falsarius Chef nos demuestra que no hacen falta unos ingredientes caros, unas recetas sofisticadas ni preparaciones muy elaboradas para obtener platos muy apreciados. Falsarius es la contracultura gastronómica. El esperpento hecho receta. La habilidad elevada a la categoría dietética. La apoteosis del congelado. La conserva como reina de la cocina. El apogeo de la lata como elemento a tener en cuenta para aderezar los platos.

Las propuestas de Falsarius constituyen una mezcla a caballo entre las recetas que nos encontramos en los dorsos de muchos productos alimenticios, platos para solteros, las recomendaciones de la abuela y aquella cocina de urgencias o “como me las maravillaría yo”, día de fiesta con la nevera a la mitad y se me cuelan invitados imprevistos. En muchos lugares de España me han comentado el cómo se inventó la sopa “de cojones”.

Nos intentan colar como improvisación un plato que requiere una elaboración y unos ingredientes. Posiblemente y de forma primigenia lo fue, pero después, no, porque se prepara de forma concienzuda.
En Cocina para impostores, Falsarius nos describe sus astutas recetas en las que usa congelados, latas y conservas. En el libro explica cómo hacer platos sencillos que parecen muy elaborados con rapidez y con los ingredientes comprados en el supermercado de la esquina. Se trata de un fogón sin complejos que quiere desenmascarar no al buen cocinero, sino a todos los embaucadores que se hacen pasar por tales y que nos venden como el sursum corda algo deleznable y carente de importancia. Los deconstructores, los chef que cocinan con nitrógeno, los que venden platos hechos de humo, aire o nubes han encontrado su talón de Aquiles, con Falsarius sus sueños se llenarán de pesadillas.
Hasta pronto gadiritanos.

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