El pequeño Fiat 500 alimentado con gasolina y AutoGas o GLP (Gas Licuado del Petróleo) responde a un coche urbano que en grandes ciudades puede moverse, con un poco de planificación, exclusivamente con GLP, lo que supone, a la hora de llenar el depósito, pagar un precio por litro que es un 50 % más barato que el de la gasolina de 95 octanos.
Teniendo en cuenta el argumento económico, el pequeño Fiat 500 alimentado con gasolina y AutoGas o GLP no debería tener muchos problemas en un mercado como el español, salvo la supina falta de conocimiento del comprador español sobre este tipo de carburantes alternativos.
Hay que tener en cuenta que el GLP o AutoGas es el carburante alternativo más utilizado en el mundo y su naturaleza reside en una mezcla de butano (40 %) y propano (60 %). Las ventajas del AutoGas no residen únicamente en el precio. Para empezar, las prestaciones, en términos de potencia y par, no cambian respecto a las versiones de gasolina, pero el impacto ambiental es muy inferior.
Más ventajas. La combustión del GLP es silenciosa, similar a la de la gasolina, por lo que contribuye a reducir la contaminación acústica generada en gran medida por un parque diesel de grandes proporciones.
También es real una reducción del mantenimiento frente al diesel, con periodos más largos para el cambio de aceite, al margen de la seguridad, hoy más elevada que para la gasolina, y facilidad de transporte, ya que se realiza en fase líquida a muy bajas presiones.
Curioso es comprobar el estado interior de la mecánica entre un coche que funciona habitualmente con gas y el mismo motor alimentado con gasolina.
Al cabo de unos cuantos kilómetros de uso, el interior del primero se muestra brillante y pulido, mientras el segundo exhibe la negrura impregnada por el carbono generado en la combustión de la gasolina.
Para, resumir, un automóvil con AutoGas reduce en un 15 % las emisiones de gases de efecto invernadero respecto a un vehículo gasolina, un 99 % las emisiones de partículas respecto a los vehículos diesel y menos NOx (óxido de nitrógeno), tanto que 10 vehículos diesel emiten como 100 de AutoGas.
El ruido es un último factor a tener en cuenta. Con GLP o gasolina, es un 50 % más silencioso que un diesel.
El contenedor es un utilitario de moda que desde su lanzamiento, en 2007, se ha convertido en todo un icono, en un coche que gusta y es deseado por un amplio aspecto del mercado que, por cierto, comparte plataforma y gran parte de la tecnología motriz con el Ford Ka.
El Fiat 500 es una prueba fehaciente de lo que puede lograrse con un buen diseño, tanto que a quien le gusta es capaz de pagar el sobreprecio del que hace gala sobre sus equivalentes del mercado, que, de forma general, muestran peores sensaciones de calidad, materiales de acabado menos vistosos y de peor tacto, al margen de un menor equipamiento.
Fiat ha dado en el clavo con este pequeño coche fashion que, además, ofrece un alto grado de personalización combinando colores y utilizando una amplia gama de pegatinas para decorar la carrocería.
El Fiat 500 es lo que parece, es decir, estamos ante un coche pequeño, con las limitaciones que ello impone en espacio interior. El habitáculo, con una gran sensación de calidad, no es muy ancho, suficiente para dos adultos en la parte delantera y muy justito para los ocupantes de la banquera trasera. El maletero es suficiente para sus proporciones.
El 500 de GLP no muestra diferencias aparentes sobre las restantes versiones de la gama. Las distinciones hay que buscarlas en lugares ocultos a la vista, en la boca de llenado y en el espacio destinado a la rueda de repuesto, que aloja el depósito de gas con una forma parecida a la rueda. Que el 500 GLP no disponga de rueda de repuesto no debería representar un problema añadido para el conductor, porque dispone de un eficiente kit para la reparación in situ de un pinchazo.
El motor utilizado en este 500 GLP es el 1.2 de 8 válvulas que entrega una potencia de 69 caballos. Esta es una cifra de potencia suficiente para un coche de este tamaño. Nada sofisticado.
Este propulsor siempre da sus primeros giros con gasolina, para pasar al cabo de unos instantes al modo GLP si este está previamente seleccionado.
El cambio se produce si son alcanzados los 40 grados de temperatura de funcionamiento y superadas las 1.400 revoluciones de régimen. Si el coche se queda sin GLP mientras circula, el sistema cambia automáticamente a gasolina, una operación que es advertida al conductor mediante una señal acústica, porque no tiene otra forma de advertir la transición.
En todo lo demás, la conducción de este coche alimentado con gas no varía respecto a uno convencional. No hay variaciones de potencia ni de par, aunque sí de consumo. En GLP el consumo es un poco más elevado y aún así compensa.
Las condiciones dinámicas son las ya conocidas del 500, un coche de naturaleza urbana que puede salir a carretera, pero sin pedirle demasiado en los trazados más complicado.
Los 69 caballos de potencia son suficientes para el uso urbano y turístico en carretera, aunque si se sube mucho de régimen habremos de estar dispuestos a soportar un poco más de ruido.
El precio de tarifa del 500 GLP no es el real, como el que exhiben todos los fabricantes en este momento, porque a pie de concesionario se queda con promociones y PIVE2 en 11.400 euros o quizá menos.
Fiat 500 Gasolina/GLP, una decisión de bolsillo
El Fiat 500 alimentado con gasolina y AutoGas o GLP responde a un coche urbano que en grandes ciudades puede moverse, con un poco de planificación, exclusivamente con GLP, lo que supone, a la hora de llenar el depósito, pagar un precio por litro que es un 50 % más barato.
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