Nos gusta el ruido, no las nueces, especialmente en política. Muchos se dedican a los fuegos artificiales mientras otros parecen pirómanos que van provocando incendios en lugar de ayudar a apagarlos...
Nos gusta el ruido, no las nueces, especialmente en política. Muchos se dedican a los fuegos artificiales mientras otros parecen pirómanos que van provocando incendios en lugar de ayudar a apagarlos. Estos días todo es espionaje y cacerías mientras para los españoles los problemas son, por este orden, el paro, la economía el terrorismo de ETA, la inmigración, la vivienda, la inseguridad ciudadana, la clase política, la sanidad, la calidad del empleo, los problemas sociales, el Gobierno, y la educación. La educación en el puesto doce y la justicia, desaparecida. A ver si al final vamos a tener lo que nos merecemos. El presidente del Consejo de Estado, Francisco Rubio Llorente, aprovechó la presentación de una excelente y monumental obra de la Editorial la Ley sobre los 30 años de la Constitución Española para poner sobre la mesa un par de ideas que deberían servir para abrir un debate serio. La primera, que no hay que tener miedo a reformar la Constitución y que no hacerlo supone un daño potencial. Para el presidente del Consejo de Estado, la causa no está en la rigidez del propio procedimiento de reforma, pero la consecuencia es que “con la interpretación forzada del texto se mantiene su inmutabilidad pero se daña su normatividad” y por eso a la opinión pública le resulta difícil comprender determinadas interpretaciones complejas y aventuradas, aunque jurídicamente sostenibles” que el TC se ve obligado a realizar. Tiene razón, pero los políticos no son capaces de ponerse de acuerdo y lo pagamos los ciudadanos.
Otra idea que apuntó Rubio Llorente fue que los recientes acuerdos para que 500.000 inmigrantes colombianos, peruanos y argentinos puedan votar en las elecciones municipales españolas de 2011 es un avance, pero puede suponer una discriminación respecto a otros ciudadanos con el mismo derecho. Como los acuerdos sólo se hacen con países que tienen acuerdos de reciprocidad –es decir que pase lo mismo con los ciudadanos españoles que residen allí– muchos miles de inmigrantes, por ejemplo, los marroquíes, acabarán siendo ciudadanos de segunda en España. Debería ser un tema a meditar porque ese voto va a ser decisivo en 2011 y puede dar un giro total al mapa electoral actual.
Mientras, los políticos gallegos, pese a la crisis galopante, a la entrada oficial de España en recesión, andan prometiendo lo que no podrán cumplir. Touriño, el presidente de la Xunta ha ofrecido “cobertura sanitaria íntegra, completa” en Galicia, con tarjeta sanitaria del Servicio Gallego de Salud, para unos 200.000 emigrantes gallegos y sus descendientes en Argentina. No pasa nada, los disparos son con pólvora ajena.
Al final, lo importante es el voto de los 121.000 gallegos que residen en Argentina que, al menos, tendrán que enseñar su carné de identidad para poder votar, aunque a algunos la medida les parece desproporcionada. Tal como están las encuestas, un escaño puede ser decisivo. Lo que está en juego no es el futuro de una comunidad autónoma, sino ganar las elecciones, el poder.