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Al compás de Huelva

La Antilla e Islantilla, avante claro (I)

Desde mediados de octubre ha ofrecido un atractivo realmente singular y novedoso, y más que esperado desde hace años, como es la presencia de una draga

Publicado: 30/10/2024 ·
21:41
· Actualizado: 30/10/2024 · 21:41
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  • Playa de La Antilla.
Autor

J. S. Canales

Periodista onubense con más de medio siglo de carrera profesional y una gran dedicación a su tierra, autor de varios libros y reconocido con el Premio de Periodismo Ciudad de Huelva en 2008

Al compás de Huelva

Plasma la historia reciente de Huelva y toma el pulso de la actualidad onubense, además de ser un altavoz de las necesidades de la capital y la provincia

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El mes de octubre está llamado a ser un referente en la historia veraniega de esos dos núcleos turístico-residenciales de esa Costa de la Luz cuya denominación ha ido siendo dejada al paire, como dirían los antiguos marineros de El Terrón e Isla Cristina. El verano, no obstante, ha dado un primer aviso respecto al futuro de La Antilla -dicen-como un apreciable descenso de la afluencia de personas, aunque para muchos la avenida de Castilla ha estado siempre a tope, y la zona de La Parada, donde avanza un edificio residencial de esquina como referente de la necesaria modernización hotelera que clama a voces una playa que conozco desde mediados del siglo pasado y cuyos principales atractivos, aparte el bar de Julio en La Parada y Talliscón, con la misma actividad, muy cerca de lo que ahora ya no es la residencia de Abengoa y convertido el edificio creado por el inolvidable Mariano García Toresano, recientemente fallecido y desde este verano, repito, convertido en apartamentos residenciales…

Sí, me gusta escribir de La Antilla, que desde mediados de octubre ha ofrecido un atractivo realmente singular y novedoso, y más que esperado desde hace años, como es la presencia de una draga a varios centenares de metros de la playa y cuya novedad no es otra que aportar esas arenas que por capricho de la naturaleza van desapareciendo y desprotegiendo la playa desde la zona de  Santa Pura, hasta nada más y nada menos que ese descubrimiento de hace un cuarto de siglo gracias al entendimiento con Isla Cristina y cuyo nombre, afortunadamente  Islantilla, ha venido a fortalecer e incentivar los dormidos atractivos de este infravalorado recurso de Lepe, y un experimento de Isla Cristina, que cada año tiene más adeptos y se ha convertido en un  referente de esta Costa de la Luz, que estoy seguro va a brillar todavía más gracias a ese empujón que acaba de dar la Diputación de don David Toscano al anterior Patronato Provincial de Turismo, hoy convertido en agencia Destino Huelva…

La verdad es que voy a tener que disponer de más espacio en sucesivas entregas para hablar de La Antilla, ahora que acaba de tener relevo en el Ayuntamiento y son muchas las cosas por hacer en ‘la playa’, que así llaman a este recurso que funciona a medio gas y acumula la necesidad de acciones plasmadas en un plan ambicioso pero necesario en materia de urbanismo, donde -y perdonen la expresión- las aberraciones en gran  parte de sus calles y avenidas claman por una operación asfalto y aceras y alumbrado, por poner un ejemplo la calle Juan Antonio de la Bella, donde los postes de hormigón del campo hacen las funciones de esas farolas que apenas se dejan ver en La Antilla. ¡Ah! ¿Y qué me dicen de los hoteles? El nuevo alcalde debe poner su punto de mira en esos solares que no hace falta mencionar y cambiar esa imagen de los entrañables hostales -antaño pensiones- de La Parada de Julio… Sí, alcalde, que sea bien recibido ese proyecto residencial de Vera de Mar y del cambio que va a experimentar la antigua residencia para los trabajadores de la Compañía Sevillana de Electricidad en la zona de la torre de El Catalán, desde donde se divisan la playa nudista y la belleza de esos terrenos aledaños a El Terrón, otro lugar que fue objeto de algunas mejoras y que necesita de alicientes para hacerlo visible y competitivo, aparte de para la náutica y sus contados restaurantes, que quizás sean el único atractivo de un espacio necesitado de alguna muestra como aquellos salones náuticos de antaño y otras ideas que Lepe puede trasladar desde su entorno tradicional hasta La Antilla.

¡Ah!¿Y qué me dicen de los accesos desde la A-49? A medio hacer desde que fueron puestos en funcionamiento para mejorar la penetración hacia Islantilla, el gran milagro de la Costa de la Luz, digan lo que digan, y que en otro momento abordaré con detalles tan singulares que hacen de este recurso turístico de Lepe e Isla Cristina algo singular no solo con la playa en sí, sino con la zona de Las Cumbres, cuya experiencia se debería de trasladar ahora al tramo resultante entre las carreteras a La Antilla por la zona de los Pinares de Lepe y la alternativa de la carretera de El Terrón.

¡Ay! Islantilla, de la que seguiré escribiendo y que me permitirá aprovechar para ver el grado de receptividad de sus dirigentes al unísono de Isla Cristina-Lepe, tanto monta, sobre todo en materia de accesibilidad y movilidad, con sus ya tradicionales atractivos y otros eventos que van rotando. Sí, un servicio de socorrismo que merece todo nuestro respeto y desde hace muchos años la implantación de una zona de playa frente al centro comercial, denominado zona de sombra para personas con movilidad reducida, atendido por voluntarios y empleados cuya presencia es todo un estímulo y que deberían asumir otras playas del litoral. Eso.

 

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