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Trópico de letras

Refugiados

Tanto refugiados como migrantes son seres con la vida cercenada, arrollada en un emplazamiento de guerra

Publicado: 15/07/2024 ·
18:22
· Actualizado: 15/07/2024 · 18:22
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  • Refugiados. -
Autor

Mari Loli Romero López

Maestra y escritora. Colaboradora en revistas internacionales. Dos libros publicados y cinco pendientes de publicación

Trópico de letras

Este blog trata de opiniones diversas sobre un mundo diverso

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Para cada día del año hay una celebración, ya sea en España o a nivel internacional o mundial: El Día del Niño, El Día de los Enamorados, El Día del Medio Ambiente, El Día de la Marmota (EEUU), El Día Blanco (Japón), El Equinoccio de Primavera, Solsticio de Invierno, Día de la Pachamama en agradecimiento a la madre tierra (Bolivia, Colombia, China, Ecuador, Perú, Chile…), Día de la Raza o Día de Respeto a la Diversidad Cultural, etc, etc, etc...Así podría rellenar el artículo con 365 celebraciones, pero no es ese mi objetivo, sino centrarme en uno que me llama la atención especialmente. Es El DÍA DEL REFUGIADO. Se celebró el 20 de junio, coincidiendo con el 60º aniversario de su conmemoración.

Según ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), se calcula que el número de personas desterradas en el mundo alcanza la cifra de los 117 millones, de los cuales, el 40% son menores de edad.

Pero, ¿qué son los refugiados y qué diferencia existe entre ellos y los migrantes?

Los primeros son criaturas que, en contra de su voluntad, tienen que salir de su lugar de origen donde viven, bien expulsados o apartados de sus seres queridos, o con ellos, por el conflicto o la persecución, buscando una mayor seguridad. Muchos se enfrentan a asesinatos, violaciones de los derechos humanos como la tortura, la pobreza extrema y al terror por motivos de raza, ideología política, religión o nacionalidad. Los migrantes dejan su país de origen por motivos, generalmente, económicos o de reunificación familiar (aunque también los hay que huyen de los conflictos armados, por desastres naturales, sequías provocadas por el cambio climático, ...). Muchos  se quedan en una zona gris, donde se encuentran en estado irregular, sin papeles, lo que los lleva a no tener derecho a trabajar, a la salud o a la educación.

¿Qué más da si son refugiados o migrantes, si tienen iguales o parecidos motivos para marchar de donde viven? ¿Qué importa la diferencia?

¿Qué se hace el Día Mundial del Refugiado? ACNUR lleva a cabo una programación con diferentes  actividades en distintas zonas del mundo y proyecta una campaña interna de toma de conciencia con el título y el mensaje “Un refugiado sin esperanza es demasiado”. Pero yo me pregunto, ¿quién tiene que tomar conciencia?

Cada vez son más las personas obligadas a salir huyendo de sus hogares, tanto es así, que si todas tuvieran la misma nacionalidad formarían el decimocuarto país más poblado del mundo. Sea como fuere, ninguno o pocos llegan al norte global, donde están los países que son más fuertes en economía y con mayor desarrollo, sino que se quedan en otras de su propio país o bien cerca del “sur global”, según datos proporcionados por Amnistía Internacional.

Hay gobiernos que desdeñan o desatienden los mecanismos de distribución de personas refugiadas por la Comisión Europea, tanto como los compromisos legales y obligaciones humanitarias e imputan a quienes se dedican al tráfico y la trata de seres humanos de enviar a la muerte a miles de ellos, en el caso de los migrantes. La pelea contra los transgresores es primordial, sin embargo, ello no exonera a los gobiernos de amparar a estas personas. Parece ser que a muchos les preocupa más la seguridad de las fronteras que salvar vidas. EEUU se lava las manos cual Pilatos, siendo este país el mayor provocador de guerras.

Una cuarta parte de la población refugiada del mundo es de Palestina, que después de 76 años de sufrimiento, siguen deseando el  regreso a sus hogares y el reconocimiento mundial de la injusticia a la que viven sometidos. Una espera que no tendrá fin hasta que se halle una salida equitativa, recta y definitiva a su complicada situación, es decir, hasta que el Imperio americano quiera.

Tanto refugiados como migrantes son seres con la vida cercenada, arrollada en un emplazamiento de guerra, de perderlo todo, desde familia, amigos, vivienda, pero sobre todo, pasa a ser un ser fracturado, con ansiedad y angustia y sin fuerzas, a la que sólo le queda aferrarse a la nada, a ser un número en un estadígrafo, una boca más que alimentar para una ONG, la foto fantástica de una exposición a la que nadie le moverá un ápice de su interior para hacer algo o la argumentación para una resolución sobre la cual a él nunca le preguntarán. Es una existencia en modo “parada social y vital”, de detrimento, de pérdida, de sollozos y rabia contenida esperando volver a su casa algún día para poder  retomar el mando de su vida.

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